La República Democrática del Congo (RDC) ya no es noticia. Desde el pasado verano una epidemia de ébola arrasa con la población y las cifras no paran de crecer: 280 muertos y cerca de 490 casos por tratar, mientras las personas siguen contagiándose inevitablemente.
El problema del Congo va más allá de la enfermedad que mantiene aislada a la población por riesgo de contagio. El acceso del personal sanitario, así como la movilidad de estos por la zona, se ve alterada ante la presencia de grupos armados en la zona como consecuencia de un conflicto permanente desde hace dos décadas.
La muerte de civiles producida por las Fuerzas Democráticas Aliadas, (ADF), los incidentes armados y los secuestros son normales en la zona y la declaración de casos, las vacunaciones o el traslado de enfermos para evitar la propagación de la enfermedad siguen siendo complicados. Actualmente, varios médicos han visto comprometida su salud y algunos han fallecido por la carestía de medios.
La salud frágil de la población nos hace prever que la epidemia continuará y que los estándares de protección están por debajo de lo aceptable, aseguran desde Médicos Sin Fronteras.
La epidemia comenzó en 2014 en la zona de Guinea, y se ha extendido a Liberia y Sierra Leona. Actualmente, Mali, Nigeria y Senegal están viéndose afectados ya. Médicos Sin Fronteras sigue lidiando con los brotes de la enfermedad que aparecen en varios lugares del país. Desde la honestidad, relatan que no siempre pueden garantizar que los medicamentos funcionen, dado que todos tienen efectos secundarios y riesgos relacionados con los mismos. Confiesan que no existe evidencia científica que demuestre que alguno de estos fármacos funcione para las personas con ébola, pero lo que sí es cierto es que se está implementando un ensayo clínico que determinará la eficacia y seguridad de los mismos.
Médicos Sin Fronteras asegura que comprender a la gente es clave para entender el ébola, cómo funciona, cómo se mueve y sobre todo, cómo llega a extenderse. Para ellos, es necesario ser empáticos para hacer ver a la población que no son cosas de brujería, que no tiene nada que ver con la mala suerte y sí es necesaria esa confianza que determine el aislamiento del paciente, para evitar que se siga propagando. Todo se relaciona con el comportamiento, con los seres humanos y con la confianza mutua, añaden, algo que sí les hace seguir luchando en la zona.