En la costa del pacífico mexicano, rodeado por las montañas de la Sierra Madre, recostado sobre las playas de la Bahía de Banderas, se esconde un lugar mágico y secreto: Puerto Vallarta, que guarda la historia de un gran amor.
A Puerto Vallarta hay que descubrirlo, poquito a poco, como de alguna manera lo descubrieron, allá, en el la década de los 60, los amantes de esta historia.
La enorme bahía, la más grande de México, con 45 kilómetros de playas, fue explorada por Francisco Cortes de San Buenaventura en el siglo XVI. Durante los siglos siguientes fue refugio de piratas y se supone que el mismísimo Francis Drake se ocultó en estos parajes.
Un primer poblado se registra en 1851, llamado Las Penas, sobre el rio Cuale, y sobre la playa de los Muertos, un antiguo cementerio indígena, donde bajaban los arrieros de las minas de plata en busca de sal. En 1918 se rebautizo con el nombre de Puerto Vallarta. El puerto prosperó gracias a la fiebre del Oro Verde, el banano, que se exportaba a Estados Unidos y cuyo comercio acabó cuando la revolución mexicana expropió las tierras. Entonces vino el auge de la exportación del tiburón que se comercializó durante la Segunda Guerra Mundial.
En la década de los 50, la pequeña ciudad comenzó a seducir a intelectuales, artistas y políticos. Un arquitecto mexicano Fernando Freddy Romero, creo, el estilo Vallarta, con fachadas de adobe blanco, techos de tejas rojos, rejas de hierro y muros de piedra, rememorando el estilo colonial, con un toque mexicano.
En septiembre de 1962, comienza nuestra historia de amor, cuando el director estadounidense John Huston, realizador de películas con temas literarios como Moby Dick, Moulin Rouge y Bajo el Volcan, llega al “pequeño puerto de pescadores”, acompañado del actor Richard Burton y la actriz Liz Taylor.
Ambos se habían conocido filmando Cleopatra, los dos estaban casados pero la pasión que surgió entre ellos pudo más que los escándalos.
Mientras Huston se dedicaba al registro fotográfico de su nuevo film “La noche de la iguana”, basado en la obra teatral del escritor Tennessee Williams, Liz y Burton vivían su romance.
Huston decidió hacer de Puerto Vallarta su residencia y construyó su casa en Las Caletas. Años más tarde, el dueño del Restaurant Le Bistro, don Humberto Esparza, amigo del Huston, le encomendó al artista Carlos Ramírez una escultura que representa al director sentado en su silla de cine, con su nombre en el respaldo, hoy, la escultura colocada sobre el rio Cuale rinde homenaje al cineasta. Se creo, asimismo, el Festival de Cine de Puerto Vallarta y los premios: Richard Burton, al mejor actor; Liz Taylor, a la mejor actriz y al mejor director: Premio John Huston.
Volvamos a nuestra historia de amor, en 1963, comienza la filmación de “La noche de la iguana”, protagonizada por Richard Burton, acompañado de Ava Gardner y Deborah Kerr. Huston incluyen mexicanos en su reparto, el actor Emilio, el indio, Fernández, y el destacado fotógrafo Gabriel Figueroa.
Mientras Gabriel Figueroa, (quien ganó el Oscar a la mejor Fotografía por este film), colocaba las luces para las escenas en el entonces hotel de Mismaloya, la joven Liz Taylor no se separaba de su amor. Ya el escándalo había llegado a Hollywood, el escritor Tennesse Williams visita la filmación y corrobora el romance. Pronto Puerto Vallarta se vuelve famoso y se perfila como destino turístico de las estrellas.
En el film “La noche de la iguana”, se reconocen imágenes del pueblo: la ciudad antigua con el malecón, ahora extendido junto al mar, llamado la Zona romántica con bares, restaurantes y lugares para escuchar música; el paseo del rio Cuale con su mercado de artesanía, y el centro, con la Plaza Principal, donde se levanta la iglesia dedicada a la Virgen de Guadalupe y cuyos basamentos datan del siglo XIX. En 1883 había una capilla, luego el obispo de Tepic dio la autorización para la construcción de una iglesia que se terminó en la década del 40. La cúpula es un remedo de la corona de la Emperatriz de México, Dona Carlota, diseñada por el artista Juan Esteban Ramírez, de concreto, pero se destruyó con un terremoto y en 1995 se sustituyó por una de fibra de vidrio. Por supuesto, la iglesia no aparece en la película y el pueblo se ve mucho más pequeño.
Richard Burton compra la Casa Kimberley para Liz, en la calle Zaragoza, voy hasta allí y subo una empinada callecita empedrada, de pronto, me sorprende un puente rosa y la placa: Casa Kimberley.
“Liz vivía en la Casa Kimberley y sus recintos estaban en la parte alta -comenta el guía Carlos de la Mora- Burton tenía su residencia enfrente y mandó a construir el puente para poder comunicarse con Liz. La casa se convirtió en el símbolo de ese amor”.
Un viejito vecino me confiesa: “Se los veía juntos, a veces paseaban, iban a la playa por esta calle. Yo los vi varias veces, eran muy amables. Creo que Liz Taylor venía de incógnito a Vallarta y en 1983, me pareció haberla visto de nuevo.”
Leyenda o verdad, ese famoso idilio vive en el recuerdo de los lugareños y algunos tejen historias sobre aquel tiempo.
Según parece la casa, después de ser vendida por la pareja, llego a ser un hostal, luego quedó abandonada por falta de pagos y fue adquirida por Janice Chatterton, quien la está restaurando como escenario de aquel amor.
Amor que terminó en boda. Richard Burton y Liz Taylor se casaron en Canadá, el 15 de marzo de 1964, pasaron diez años juntos y se separaron en 1974. Sin embargo, volvieron a casarse el 10 de octubre de 1975 y a divorciarse definitivamente un año más tarde.
Juanita Gutiérrez, ejecutiva de la Hacienda San Angel, me explica: “Después de su divorcio con Liz, Burton volvió a Puerto Vallarta con su nueva esposa Susy Hunt, a quien le compró esta Hacienda de la calle Miramar, a pocas cuadras de la Casa Kimberley. Algunos dicen que Burton nunca olvidó a Liz y por eso volvió a Puerto Vallarta. Luego, Burton se separó de Susy Hunt y se fue a Suiza, donde murió en 1984”.
Janice Chatterton, compró la Hacienda a Susy Hunt y mantuvo algunos muebles, la cocina y el dormitorio de Burton, con un balcón sobre el mar. Más tarde adquirió la casa del fondo y creó una hacienda estilo colonial, con veinte cuartos exclusivos, piscinas y bella decoración. Tanto la Casa Kimberley como la hacienda San Angel, son testigos de aquellos grandes amores.
Para Nora Ocegueda, del Fideicomiso de Turismo: “Hay varios Vallarta: el Vallarta del amor, en la ciudad antigua o centro histórico, Mismalaya, al sur, donde se filmó “La noche de la Iguana”, la Zona Hotelera, al norte; y el Nuevo Vallarta con grandes condominios y playas casi vírgenes.”
Actualmente, la ciudad antigua se encuentra en restauración y muchas casas se han convertido en restaurantes, galerías de arte y negocios de artesanías.
Juan es indio huichol y siente orgullo por su etnia, me dice: “Estos trabajos artesanales los hacemos para celebrar a nuestros dioses, la diosa del Maíz, el Padre Sol, la vida y la naturaleza.”
Para el dueño de la Galeria Mayolica Antica, Antonio Cordero: “Puerto Vallarta guarda los misterios del alma mexicana.”
Por eso, el chef francés Thierry Blouet, Miembro de la Academia de Artes Culinarias de Francia, fundó el Festival Gourmet y el restaurant Café des Artistas, punto de reunión de la gran gastronomía internacional y de celebridades.
Como en los 60, actores, intelectuales y políticos se dejan cautivar por el hechizo de Puerto Vallarta, donde aún vive el recuerdo de aquel apasionado romance entre Liz Taylor y Richard Burton.
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