El hombre menos capacitado de los 350 le ha dicho que no al jefe del Estado y le ha hecho una pedorreta a siete millones de votantes que le creyeron el pasado 20 de diciembre, allá ellos si les gusta que les fustiguen. Él y los suyos, tras cambiar la gaviota carroñera por un charrán ignoto, ahora están pensando en cambiarlo por una gallina turulata aunque primero intentarán que cuele eso tan zafio de que presentarse a la investidura para que se las den todas en el mismo carrillo no es de recibo.
Entre los suyos, una parroquia tan grande como homogénea, acostumbrados al trile, al cisque y al mangue, la jugarreta encima es celebrada como una “salida estratégica” para poner en el brete a Pedro Sánchez. Éste, que tampoco parece más capaz, de hecho se podría presentar por el PP y nadie lo notaría, canta la Parrala, Unos decían que sí, otros decían que no, y pa’ dar mas que decir La Parrala asi canto: agradezco a Pablo Iglesias su ofrecimiento pero blableblí.
Sánchez tiene dos problemas, ni llega a los escaños necesarios ni dentro de casa se lo ponen fácil y ya están las traperas en ristre: la mejor opción del pimpollo sería llegar a presidente con el apoyo hasta de los ujieres si fuere menester y aunque fuera para un gobierno que no llegara ni al año –a ver cómo demonios se gobierna con un senado en posición de bloqueo-, adelantar elecciones, mostrar que puede ser presidente pero con algo más de apoyos y sin una cámara de bloqueo que no va a permitir ni investigar a Pedro Gómez de la Serna no sea que tirando del hilo se llegue hasta Hernández Mancha cuya actividad de comisionista internacional a lo peor tiene también algún tentáculo en la planta séptima de Génova.
Por otra parte, a Rivera se lo comieron los focos: era un actor de fuste… en provincias, pero en cuanto le ha tocado representar en El Español, fiasco y hundimiento. Este candidato debería mostrarse más recio, más decidido y más claro. En este momento parece una quisquilla en los rápidos del río. Debería parecer más presidenciable, deshacerse de algunas rémoras que ni aportan ni saben ni ayudan, como Marta Rivera de la Cruz que nadie sabe bien por qué está ahí, y tomar la iniciativa en vez de estar a la que cae: Ni quito ni pongo rey pero ayudo a mi señor.
A Podemos se le resquebrajan las bases no tanto porque sean frágiles cuanto porque son heterogéneas, con esa heterogeneidad tan de la izquierda en la que hay que ser un verdadero experto para entender qué separa a IU de Podemos o de Compromís. La idea de cuatro grupos con sus portavoces y milloncejos era buena, a qué negarlo, pero creer que le iban a dejar era de risa.
La cosa es que si se adelantan las elecciones –seamos serios: en democracia no se repiten las elecciones y tal expresión busca deshacerse de la responsabilidad política que habría de llevar, caso de adelantar los comicios por incapacidad de formar gobierno, a que tanto Rajoy como Sánchez dimitieran y no se presentaran a la nueva convocatoria- Podemos y las confluencias deberían llegar a acuerdos más sólidos porque unas elecciones en los próximos meses seguramente les beneficiarían.
En cualquier caso, sin cambiar la ley electoral, sin abrir las listas electorales, sin que los votos valgan todos igual, el resultado de otras elecciones no sería muy diferente al que ya hay. Posiblemente la izquierda en general mejoraría –solo con que confluyeran IU y Podemos en Ferraz se iba a oír el crujir de dientes- y los votos que el souflé Ciudadano arañó al PP volverían al partido podrido.
La nueva política no es otra cosa que ponerse a hablar, establecer un four years plan, definir áreas de trabajo, establecer los objetivos a conseguir y empezar a currar. Si de paso se intenta derogar la LOMCE, la Ley Mordaza y la ley del re-pago sanitario; y/o reformar la Constitución y hasta hacer pagar a los que sea su trapacería, miel sobre hojuelas. Digo intentar: con un senado en manos del PP es muy poco lo que podrán hacer.