A base de escenas de terror “clásicas” y sofisticados efectos especiale, la película “ElVacío” (The Void), del tándem canadiense Steven Kostanski y Jeremy Gillespie, miembros del colectivo Astrom-6, -“maquilladores y creadores de efectos especiales profesionales, entre sus trabajos están los realizados en “Silent Hill: Revelations”, “Crimson Peak”, “Suicide Squad” o “Robocop”, cuyos primeros intentos en la dirección resultaban ser gamberradas de serie B como “Father´s Day” o “Manborg”-, que crea una historia terrorífica con tensión de pesadilla y mucha claustrofobia que recuerda todo lo que deben a maestros del terror como John Carpenter y su “trilogía del Apocalipsis” (“La Cosa”, “El antro de la locura”, “El príncipe de las tinieblas”), “The Fly” de Croneberg, o “El más allá” de Lucio Fulci.
Las películas de este género cuentan con un público casi incondicional, entre el que también hay críticos, que las aplauden en las salas de cine y las premian en los festivales. Esta que nos ocupa fue considerada la Mejor en el Nevermore Film Festival de Carolina del Norte, USA, y obtuvo una buena acogida en el Festival de Sitges 2016. Entre sus méritos se encuentra ser una producción de “presupuesto raquítico” obtenido gracias a una campaña de crowfunding.
Un agente de policía descubre un hombre ensangrentado en una carretera desierta y lo lleva al servicio de urgencias del hospital. Enseguida aparecen extrañas criaturas que rodean el lugar y obligan a todos los personajes a confinarse en el interior: los pacientes se vuelven locos y el policía descubre una puerta tras la cual se oculta un mundo demoniaco.
Se trata de una película frágil, fundamentalmente nostálgica de ese cine que adoran sus autores, con muchos homenajes que tienen la intención de agradecer las enseñanzas a los maestros y compartir una pasión con los espectadores.
Un cine con buenas ideas pero poco original. Una especie de cajón de sastre que ha aprovechado la moda de los argumentos retro para disimular algunos errores de bulto en materia de guión (no es una buena historia) y de interpretación (no hay manera de que lleguemos a conocer a los personajes), lo que impide que los directores dejen alguna impronta.
Estamos en un terreno más que conocido y no vamos a ver nada que no hayamos visto antes; tampoco nos va a afectar el sufrimiento de sus protagonistas.