Allá por febrero tuvimos una misión de observación en los confines del sistema solar. Teníamos que asegurarnos, definitivamente, de que el asteroide 2024 YRA no supusiera el más mínimo riesgo de colisión con la Tierra. Eso quedó demostrado y la tranquilidad volvió a los espíritus más alarmistas. Que el porcentaje de choque era bajísimo la comunidad científica lo sabía, pero la aproximación nos sirvió para comprender mejor este tipo de objetos.
Y de nuevo nos encargan que hagamos lo mismo con el cometa 3I-Atlas, descubierto en julio de 2025 desde el observatorio situado en Río Hurtado, Chile. Se le llama así porque es el tercer (3) objeto interestelar (I) descubierto por el Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (Atlas, el acrónimo en inglés), que proviene del espacio exterior de nuestro sistema solar.
Este cometa no representa ningún riesgo para nuestro planeta, lo más cercano que estará será a 1,8 unidades astronómicas (la UA es la medida utilizada para las distancias en el sistema solar, una UA es la distancia, más o menos, del Sol a la Tierra). Se encuentra dentro de la órbita de Marte, así que el viaje no será muy lejano, pero nos brindará mucha información no sólo sobre la composición de estos asteroides sino del propio origen del sistema solar. Será toda una aventura.

Hablando de aventuras viene a mi cabeza, y tarareo, la canción de Luis Eduardo Aute, Vailima. Creo que es una canción, si no la mejor en castellano, para invitar a leer algunos de los mejores libros de aventuras occidentales de los últimos dos siglos. De Aute me gusta casi todo lo que escribió y cantó, incluso hasta lo que pintó. Pero Vailima para mí es especial. Sus canciones tuvieron bastante éxito en vida y sin tener una voz portentosa consiguió engancharnos con sus letras y ritmos, con sus interpretaciones pausadas y melancólicas. No hay que olvidar a Aute.
Pero vayamos con Vailima. Comienza invitándonos a una verdadera aventura, a huir a los mares del sur, a los atolones de la Polinesia, a vivir entre corales y cabañas de bambú, a contemplar el azul del cielo y el mar, a su blanca luz. A prepararnos para encontrarnos con todos los autores y personajes de unas cuantas novelas de este género. La canción es una iniciación a no perder nunca la adolescencia, la juventud, la curiosidad, a no tener miedo de aventurarse por la vida. Personajes y autores se confunden y nos abre la posibilidad de mezclar la realidad con la ficción.
No sabremos si bebió realmente Daniel Defoe con John Silver o fue con Robert Louis Stevenson, mientras Silver hacía un cameo en la novela de Robinson Crusoe. Puede que los dos autores quisieran haber escrito las novelas del otro. Ya les hubiera gustado a cualquiera de ellos tentar siquiera a Maureen O´Hara. (Robison Crusoe y La isla del tesoro).
La poesía, que hará las veces de estribillo, por su parte, quedará escondida en los tesoros de la isla, en el monte Vaea, en Vailima, donde vivió Stevenson.
Baroja, utilizando a Shanti Andía en uno de sus viajes, ayudaría al capitán Ahab a escapar de su temible relación con Moby Dick, siempre y cuando Herman Melville lo creyese oportuno, que a veces las novelas toman su propio curso. (Las inquietudes de Shanti Andía y Moby Dick)
Nunca me imaginé a Jacques Brel bailando la danza de tamouré incluso desde su Plat Pays, Brel es desgarrador cuando pide, suplica, que no le dejen, pero de ahí a mover las caderas, no sé. Pero es lo que tiene aventurarse.
También podríamos encontrarnos en el Mar de Nunca Jamás, pero creo que Garfio iría mejor del brazo del feo Bradomín, y Ramón del Valle Inclán podría aliviar su cojera apoyándose en Peter Pan, aunque no fuera cojo pero si manco. (El marqués de Bradomín y Peter Pan)
La familia Robinson, que escribió J. D. Wyss, seguiría creciendo, jugando con el Pequeño salvaje que soñaba Marryat, mientras importunaban a Paul Gauguin, quien pintaba como nadie las escenas de los mares del sur. (Robinson el suizo, El pequeño salvaje, El buque fantasma)
Nos termina la canción Luis Eduardo invitándonos a una fiesta carnavalera en la taberna de Colón, pero ojo, deberemos ir disfrazados del Capitán Grant, de Julio Verne, de Jack London, de Salgari, de Sandokán, de Yvonne de Carlo, de Simbad, de lobo de mar, o de cualquier otro personaje que se nos ocurra pero, con una sola condición, debe ser un escritor o escritora, o un personaje de la literatura de aventuras universal, pasada, presente o futura. (Los hijos del Capitán Grant, La llamada de lo salvaje, Sandokán, Simbad el marino,…).
Casi todos los libros, autores y personajes que van apareciendo por la canción están muy relacionados con aventuras de viajes por todos los mares. Nuestra navegación es por el espacio y, por supuesto, para esa fiesta acudiría disfrazado del señor Spock.



