Antiguamente los periodistas, a falta de noticias, escribíamos en vacaciones sobre el monstruo del lago Ness, que siempre aparecía oportuno para llenar el folio mecanografiado. Parece ser que a falta de monstruo, este año ha sido el PSOE, y sus cuitas internas, las que han dado información para que los ordenadores no descansen. Gages del oficio.
Han sido ciertamente unos día de vía crucis, con pasos dados en la mejor cultura andaluza. Tan dados que son ellos a la cosa procesional, algunos han sacado a relucir en procesión informativa el tema del próximo congreso del PSOE que debería celebrarse en mayo, para lo cual habrían de presentar sus candidaturas los posibles aspirantes entre el 11 y el 14 de abril, para poder ser votados por los 190.000 militantes de dicho partido.
Pero el problema está en que nos encontramos en un país sin Gobierno, en el que el secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez, está intentando formarlo, previo pacto con Ciudadanos, al que han invitado a unirse a otros partidos políticos. Como escribo estas líneas un día antes de que el líder socialista se reúna con el de Podemos, Pablo Iglesias, desconozco en que acabará la cosa, que es deseable que llegue a buen puerto, porque un país sin Gobierno es como una gallina sin cabeza, que acaba dando trompicones de un lado para otro.
He escrito en más de una ocasión que en el PSOE existen, además de gente muy preparada y militantes entregados, alguna que otra “mosca cojonera” que mueve las alas con frenesí alrededor de la miel. Y creo que una vez más ha sucedido por parte de algunos impacientes. Están en su pleno derecho, son socialistas, militan y pagan su cuota, y en un partido democrático la discrepancia, la controversia no solamente es posible, sino lógica, puesto que no se trata de una secta religiosa donde hay que decir amén a todo lo propugne el sumo sacerdote de turno.
Pero en un partido que se considera serio, y creo que el PSOE lo es, carece de sentido lógico que en plenas conversaciones para formar un posible Gobierno de la nación, con la que está cayendo, dediquen su tiempo a luchas intestinas, o a debates, como ustedes quieran, cuando lo que se juegan, nos jugamos, es el ser o no ser de un país en el que, o se llega a un acuerdo de aquí a un mes o estamos condenados a unas nuevas elecciones generales, con todo lo que ello supone.
Tiempo habrá para la celebración del 39 Congreso de los socialistas, al que podrán presentarse para liderar un partido largamente centenario todo aquel o aquella que lo desee y que reúna, según Estatutos, los avales necesarios. Y estoy pensando en Susana Díaz, a la que considero una persona y política seria y responsable. Por eso resulta incomprensible que permita, por acción u omisión, que algunos acólitos del entorno le bailen el agua. Si quiere dar el paso, que lo de, y que los militantes decidan, pero que no se deje querer con un sí y un no, o un silencio, que es la peor de las respuestas. Es un valor en alza dentro del PSOE, pero no debe olvidar que su poder, su inmenso poder, tiene la frontera en Despeñaperros, y que el partido tiene ramificaciones hecha militancia desde el pueblo más pequeño hasta la ciudad más grande. En un a modo de aviso a navegantes, el presidente de Extremadura, el socialista Guillermo Fernández Vara ha dicho, en cuanto vio el cariz que estaba tomando el asunto: “Conmigo que no cuenten”…
Porque lo cierto y verdad es que hoy se cumplen 100 días sin Gobierno, con un presidente en funciones al que ha habido que ponerle a los pies de los caballos de un Tribunal Constitucional para que acuda al Congreso a informar de los acuerdos sobre refugiados tomados en Bruselas, como era su deber. Meterse en temas internos hubiera sido un error para un Partido Socialista que aspira a gobernar, cesto éste difícil de ensamblar al tener que contar con distintos mimbres.
Afortunadamente parece ser que el sentido común se ha impuesto, y el PSOE ha retrasado su Congreso “hasta la formación del Gobierno”, que puede tardar en llegar días o meses, en función de los acontecimientos. Se habla reiteradamente del pulso entre Pedro Sánchez y Susana Díaz, cuando la verdad debería ser la cosa más normal que alguien con aspiraciones pretenda gobernar un partido en que milita y cuyos postulados hace suyos en pro de la sociedad a la que pertenece.