Francisco Pineda¹
Luego de una lucha tenaz por centenares de miles de argentinas, el país consiguió la aprobación de la Ley del Aborto, sumándose así a los sesenta países donde está permitido.
España se sumó al listado de los seis países que tienen regulada la Eutanasia como un derecho de las personas, estando en proceso de aprobar legislación más de diez países en la actualidad.
Más de treinta países tienen aprobada la opción libre de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Otros veinte están en proceso.
La Iglesia Católica más fundamentalista continúa rasgándose las vestiduras ante lo que denominan «los males del tercer milenio», mientras la ciudadanía mundial gana en libertades y derechos individuales que nunca debieron estar prohibidos.
Muy lejos están la mayoría de los países africanos de sumarse a estas tendencias de avances sociales, al igual que la mayoría de los países árabes. Sin embargo, sabemos sobradamente que se practican de forma clandestina, como antaño en los países que regularizaron el aborto, la eutanasia y los matrimonios homosexuales.
La libertad es el mas sublime de los derechos que tenemos la humanidad y dependiendo del código postal donde residas este derecho queda cercenado por leyes injustas, patriarcales, fundamentalistas y retrogradas, al antojo fundamentalmente de hombres que quieren regir nuestras vidas. El dichoso heteropatriarcado alejado de los penosos cuidados en personas desahuciadas por la salud, mujeres que no desean terminar el proceso de su embarazo o personas que sufren por no poder vivir en libertad su amor con otra persona del mismo sexo.
Las sociedades modernas se construyen con el avance de los derechos fundamentales. El Derecho a una Vida Digna tiene que verse complementado por el Derecho a Morir Dignamente. El Derecho a la Maternidad tiene que ser una opción libre de cada mujer, sin ninguna restricción. Y el Amor, el amor no puede estar sujeto a legislaciones ni doctrinas, pues es más fuerte que todas ellas.
La mayoría de los gobernantes mundiales aún no quieren enterarse de que su papel fundamental se debe centrar en hacer felices a sus conciudadanos y no en constreñir su libertad para manejar su devenir. Las doctrinas religiosas están mas preocupadas por la pérdida continuada de fieles que por ser capaces de traducir las bondades del amor eterno.
Nos toca en el Siglo Veintiuno continuar la lucha por establecer todas las libertades que podamos en todo el mundo. Nada se ha conseguido sin lucha ciudadana y estamos obligados a ello para dejar un futuro a las nuevas generaciones donde la palabra libertad aparezca llena de contenido, para que puedan sentir con orgullo que sus antepasados se preocuparon por dejarles un mundo mejor, para florecer en común, con conquistas en temas que nunca debieron haber sido un tabú.
Felicito a las hermanas argentinas por su recorrido, por sus movilizaciones, por su lucha, por su victoria. Y a los gobernantes recordarles que cuando un pueblo se aleja de sus gobiernos, los gobiernos comienzan a carecer de legitimidad.
- Francisco Pineda Zamorano es experto en Relaciones Internacionales y Cooperación.