En “Yucatán”, comedia de estafadores profesionales excesivamente larga y plagada de situaciones inverosímiles, dirigida por Daniel Monzón (“Celda 211”, “El Niño”) e interpretada en el dúo protagonista por Luis Tosar “Los últimos de Filipinas”, “Una pistola en cada mano”) y Rodrigo de la Serna “Diarios de motocicleta”, “Cien años de perdón”), en la que destacan los secundarios Joan Pera (actor de teatro, televisión y doblaje, “Vicky Cristina Barcelona”, “Forasters”) y una peruana espectacular llamada Stephanie Cayo (Conocida por la telenovela “Besos robados”)
La historia principal se construye encadenando pequeñas historias personales a medida que van apareciendo los personajes de esta ficción coral que sucede en el transcurso de un crucero, que hace escala en Casablanca, Tenerife y Brasil y nos enseña un rincón de la selva de Yucatán.
Cuatro destinos apenas intuidos por el espectador ya que la práctica totalidad de la narración sucede a bordo del buque Sovereign, en carreras por los pasillos de sus muchas plantas, en los camarotes de los viajeros y en el bar-sala de fiestas. También hay algunas hermosas puestas de sol y cielos de luna llena contemplados desde la barandilla de cubierta.
Lucas (Luis Tosar) y Clayderman (Rodrigo de la Serna) son dos estafadores, profesionales del engaño a turistas ingenuos en cruceros de lujo. Hubo un tiempo en que trabajaron juntos, formando un trío con la guapa bailarina y cantante Verónica (Stephanie Cayo), pero ahora se han repartido el trabajo: para Lucas el Mediterráneo, para Clayderman –quien también se ha quedado con la bailarina- el Atlántico. La aparición de un viajero, el dueño de una panadería que lleva a toda su familia de vacaciones por el mar para celebrar que ha ganado un “bote” de 160 millones de euros, hace que Lucas irrumpa en el barco, y en la vida, de sus antiguos socios. Estos, y algunos personajes más –las hijas y los yernos del nuevo rico y una señora entrada en años que conquista el corazón del anciano- persiguen, de diversas maneras, hacerse al menos con una parte de los millones del panadero.
De forma que el inicial duelo entre los dos tramposos profesionales se multiplica hasta que todo se encadena, los estafadores van saliendo a la luz uno tras otro y resulta que los malos no lo eran tanto.