Manifestantes piden a Barack Obama que pare las deportaciones

Tras innumerables manifestaciones por una reforma migratoria y el fin de las deportaciones, poco ha cambiado en Washington, sostiene Javier Luna, quien junto a otros 130 manifestantes se hizo arrestar el pasado 28 de agosto a las puertas de la Casa Blanca en un «último esfuerzo» para que el presidente Barack Obama decrete una moratoria para los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos.

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«Son los últimos esfuerzos que se están haciendo para presionar al Ejecutivo, para que con una orden Obama pare las deportaciones», dijo a la AFP este joven estadounidense de origen peruano.

Con pancartas que leían «No deporte a las trabajadoras» y «Ésta es una nación de inmigrantes», decenas de activistas e inmigrantes, principalmente latinoamericanos, marcharon hacia la mansión presidencial desde la sede de la agencia inmigratoria (ICE, por sus siglas en inglés).

Después 138 se separaron del grupo y se sentaron en la acera, esperando, uno por uno, ser esposados y embarcados en una camioneta de la policía. La cifra de arrestos era la más alta durante una protesta proinmigrantes que recordaba una activista.

Los arrestos, que por lo general son pacíficos y duran unas horas, son parte del arsenal de tácticas altamente visibles del movimiento proinmigrante.

Acribillada por el sol del fin del verano boreal, la manifestación en Washington fue el centro de una jornada de protesta bautizada «El día decisivo», ante la promesa de Obama de no postergar su decisión después del inicio del otoño.

«Ya basta, es el colmo que no haya ninguna acción del presidente Obama para frenar la situación que enfrentan familias de migrantes», criticó Ana Sol Gutiérrez, legisladora estatal de Maryland (este), momentos antes de ser esposada.

Sol, que afirma ser una habituada a la desobediencia civil desde las manifestaciones contra el Apartheid sudafricano hace tres décadas, insiste en seguir protestando a favor de los inmigrantes porque «hay presión del otro lado para no hacer nada»: «Tenemos que contraatacar», dijo a la AFP.

«Solo bonitas palabras»

De regreso en Washington tras dos semanas de vacaciones, Obama se preparaba esta semana para tratar esta problemática delicada, que toma especial relieve en vísperas de las elecciones legislativas de noviembre.

Pero un viaje del presidente a Estonia y Reino Unido la próxima semana podría seguir postergando una medida ejecutiva sobre inmigración.

Una de las opciones de Obama sería ampliar el DACA (Deferred Action for Childhood Arrival), un programa lanzado en 2012 que ofrece permisos de estancia temporal y con posibilidad de encontrar trabajo a jóvenes que cruzaron ilegalmente la frontera antes de los 16 años, conocidos como «dreamers».

Los manifestantes coincidían en que Obama tiene facultades constitucionales para detener las deportaciones, que subieron a niveles récord durante su gobierno, así como en la urgencia de la medida.

«Las familias se están separando y están muriendo tratando de llegar al sueño americano», afirmó a la AFP Rodolfo López, aludiendo al auge de inmigrantes, incluyendo niños solos, que cruzan ilegalmente por la peligrosa frontera con México. «El presidente tiene que cumplir su promesa», agregó López.

Según Sol, los padres de los «dreamers» y otros inmigrantes clandestinos cuyos hijos nacieron en Estados Unidos podrían ser incluidos en DACA, lo que beneficiaría a unos cinco millones de indocumentados.

«Él tiene el poder ejecutivo para cambiar la situación que enfrentan muchos inmigrantes», señaló la legisladora, añadiendo que desde el gobierno «no ha habido acción, solo bonitas palabras».

Miriam García, una mexicana indocumentada y madre de tres niños ciudadanos estadounidenses, estaba dispuesta a dejarse arrestar, dijo, para que Obama viese el «esfuerzo de nosotros para salir de las sombras».

Con esas mismas palabras el mandatario predijo a inicios de 2013 que una ley que regularizaría a los millones de inmigrantes clandestinos estaba al alcance de la mano.

Aunque el proyecto se aprobó en el Senado, dominado por los demócratas, la perspectiva de un consenso con la oposición republicana en el Congreso rápidamente se esfumó.

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