Bajo terapia: las dulzuras de desahogarse en grupo

Se acabó la fiesta. Bajo terapia y punto final. Las caras felices de conocerse dejan paso de súbito a un rictus de preocupación cuando menos. Más de uno se está mirando en el espejo de lo que allí destapan y no le gusta. No hay duda de que el efecto estudiado ha sido certero, pero un regusto amargo inunda la garganta. ¿Es que no te puedes fiar ya ni de tu médico, de tu psicoanalista, de tu director espiritual?

Primero te han hecho reír, durante una hora larga esos seis personajes se han mostrado despreocupados, colegas geniales de atrevimiento y de inventiva, los llevarías a tu casa un viernes por la noche para que ellos te inviten a las suyas… Y de repente, ponen ante ti el negro toro de tus culpas más ocultas y más celosamente guardadas, las que no salen de tu boca ni en una borrachera, y zas, estás perdido sin remedio y lo sabes. De nada vale seguir creyendo que era un juego en el que tú participabas libremente hundiéndote igual que ellos al tratar temas graves como el bulling, la infidelidad conyugal o el acoso escolar… Todos tan majos y hablando libremente mientras no nos toquen lo nuestro.

No hay duda de que el psicoanálisis argentino deja en pañales a la inquisición española. Casi da más miedo aquél que ésta, por lo que tiene de sofisticación, y ganas dan de no fiarse ni de un amigo. Por lo menos allí sabías lo que había, pero aquí más vale que eches a correr en cuanto te dejen, que no te dejarán.

Entonces, ¿por qué acude la gente -me refiero a la clase media que puede pagarse una entrada- masivamente a ver esta función? ¿Cuál es el boca a boca con el que se contagian las ansias de verse allí todos juntos?

Hay seis buenas actuaciones muy bien dirigidas, Fele Martínez es el que más risas cosecha y tiene algo en su atuendo y sus maneras que nos recuerda a Groucho, un payaso muy simpático y muy cómplice hasta el final. Hasta la sorpresa final. Por otra parte el texto, a pesar de ser seis los personajes, no deja lugar a confusión alguna, ni entre ellos ni en sus intervenciones, y siempre en cada escena -tantas como sobres han de abrir al toque de trompeta, como en el juicio final- queda claro quién lleva la voz cantante, qué pareja es la protagonista alrededor de la cual los otros todos son secundarios. Y si bien vemos de vez en cuando una patita negra asomar por debajo de la nube en la que todos se encuentran envueltos, abandonados a su suerte en ese despacho moderno y sin jefe que los dirija (nada que ver con los calabozos del Santo Oficio y el sufrimiento inquisitorial), nunca nos podremos imaginar lo que, cuando por fin se disipe la nube, va a salir a la superficie.

Un toro, ya lo dije, muy negro y de muy difícil lidia para todos los presentes. Entonces el pobre enano cantarín, contrito y arrinconado, casi nos empieza a caer bien. Y la Sala Verde, llena a rebosar, hasta los palcos enrejados de allá arriba.

He aquí la descripción del argumento tal como la sirven para que puedan comparar:

Bajo Terapia es una divertida comedia que se ha convertido en la revelación de la temporada en Argentina y que ahora llega a España con un reparto de lujo. Su argumento se centra en el devenir de tres parejas que con la intención de resolver sus conflictos personales acuden a un especialista terapéutico. Sin embargo, la sesión será mucho más intensa de lo esperado, ya que con sus continuas consignas benefician la creación de un montón de nuevos problemas. Gorka Otxoa, Melani Olivares o Manuela Velasco son algunos de los actores que participan en esta producción ganadora del concurso Contar 1, organizado por la Asociación de Empresarios Teatrales Argentinos y la Asociación Argentina de Actores.

Autor – Matías del Federico
Dirección – Daniel Veronese
Escenografía – Elisa Sanz
Iluminación – Ion Aníbal López
Reparto – Gorka Otxoa, Manuela Velasco, Fele Martínez, Melani Olivares, Juan Carlos Vellido y Carmen Ruiz
Ubicación: Teatros del Canal – Sala Verde
Fecha: 19 de septiembre de 2015 Hasta el 27 de septiembre.

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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