“Una corista es alguien que canta como los ángeles, no se adjudica el mérito y se va pronto a casa”
El estreno en Estados Unidos, a finales de 2013, de la película documental A 20 pasos de la fama “era la primera revancha para las coristas desconocidas. El Oscar fue la segunda”.
A veinte pasos de la fama (20 feet from stardom), película dirigida por Morgan Neville que se estrena en España el 23 de mayo de 2014, había conseguido también, el día anterior, el prestigioso Independent Spirit Award, en la categoría al Mejor Documental, y había recibido galardones en los festivales de Seattle, San Francisco y RiverRun.
Todos los premios me parecen pocos para esta magnífica producción protagonizada por algunas de las mejores voces del siglo XX, las coristas (siempre mujeres, con alguna honrosa excepción, y casi siempre negras) que desde el anonimato han sido imprescindibles para las carreras de grandes artistas como Aretha Franklin, Ray Charles, Frank Sinatra, Tina Turner, Mick Jagger, Bruce Sprinsteen, Lou Reed, Stevie Wonder, Sting, Michael Jackson… intérpretes que quizá no existirían sin sus coros, sus “colored girls”, porque lo cierto es que esas voces sublimes están presentes en sus grabaciones y actuaciones en directo. Detrás de esos artistas míticos se esconden personas que se llaman Lisa Fisher, Tata Vega, Judith Hill y Merry Clayton, entre otras.
Homenaje a los artistas en la sombra, A 20 pasos de la fama es también una gran interrogación sin respuesta acerca de la relación ficticia que existe en el arte entre talento y éxito comercial. El documental, que incluye entrevistas con algunos de los intérpretes famosos como Mick Jagger, Stevie Wonder o Bruce Springsteen, que reconocen la enorme deuda que tienen con las coristas y reparan algunas injusticias, parte de la realidad de que la mayoría de la gente conocemos sus voces, las hemos escuchado miles de veces, pero casi nadie conoce sus nombres.
En los estudios de grabación pero también en el escenario, justo detrás de los focos y envueltas en penumbra, separadas de la fama mundial por esos veinte pasos que hay entre la luz y la sombra, esas mujeres de voz excepcional tienen gran parte de responsabilidad en la conversión de un canción en un hit. Omnipresentes e invisibles, con frecuencia hijas de pastor protestante que habían dado sus primeros pasos en la iglesia, se formaron en el góspel, esa fórmula de interpelación/respuesta entre el eclesiástico y el coro que Ray Charles y las Raelettes, o Ike and Tina Turner y las Ikettes, trasladaron a la escena civil.
La película sigue a media docena de esas cantantes, siempre relegadas a un segundo plano, al tiempo que hace una historia de la música. Cada cual tiene sus propias experiencias, representan distintos estilos, épocas diferentes, pero todas forman parte de la gran familia de las voces que nos emocionan.
El realizador Morgan Neville nos presenta el día a día de estas mujeres que han pasado casi toda su vida “en la periferia de la gloria”, que han sido trabajadoras incansables y en muchos casos militantes políticas, y muestra con franqueza el combate, casi siempre perdido, por conseguir franquear esa escasa distancia que las separa de la gloria.
Con maquiavélicos contratos, las productoras discográficas compraban el trabajo, la voz y muchas veces la vida de la corista; esos contratos son, en la mayoría de los casos, los culpables de que nunca consiguieran salvar la distancia que podía situarlas en primera línea del escenario. En otros casos fue la mala suerte, e incluso una elección equivocada.