En la competición oficial en San Sebastián hemos visto la agridulce comedia británica «Le week-end» de Roger Mitchell y el drama francés «Mon âme pour toi guerie» (mi alma por ti curada) de Francois Dupeyron, acogidas con respeto, pero con división de opiniones.
Con miradas, historias y tratamientos totalmente diferentes, ambas cintas se interrogan sobre el sentido de la vida.
«Le week-end» cuenta la historia de una pareja de sexagenarios profesores ingleses que regresan a París al cabo de muchos años, buscando con nostalgia los lugares en donde pasaron su luna de miel. Esa pareja que busca poner orden en sus vidas se enfrenta con humor y mucha nostalgia a un montón de adversidades en esa ciudad que tanto ha cambiado desde entonces.
La crisis existencial de esa pareja con fondo de melancolía parisina es servida por dos excelentes actores que llevan todo el peso de la película sobre sus espaldas: Jim Broadbent y Lindsay Duncan. A punto de jubilarse, con los hijos ya mayores, intentan reconquistarse y se preguntan si su pareja puede aguantar aún al paso del tiempo.
El mano a mano entre los dos protagonistas funciona bien y su guión podría ser también una buena obra teatral. El añadido del personaje americano interpretado por Jeff Goldblum es en cambio poco convincente, a pesar de una simpática escena final que parece un guiño al cine de Godard de los años sesenta.
Este rocambolesco fin de semana en París resulta no obstante algo banal, sobretodo debido a una puesta en escena que se pasea por lugares comunes del París mas turistico y algunos clichés anglosajones sobre la ciudad luz, sus bares, hoteles y cafés. La mirada de Michell sobre París, a través de sus personajes es decepcionante y muy poco original. Reputado director inglés Roger Michell es autor, entre otras, de películas como «Morning glory» 2010, o «Hyde Park on Hudson» 2012.
«Mon âme pour toi guerie» (mi alma curada por ti) es un interesante drama del director francés François Dupeyron. Ganador de la concha de oro en 1999 con «Que es la vida», Dupeyron vuelve a la competición donostiarra catorce años después, con una película sobre personajes marginales que buscan sobrevivir, en cierto modo la otra cara de la moneda de la dorada costa azul francesa, y una mirada muy crítica sobre esa realidad social en Francia.
Sus protagonistas forman parte de una especie de subproletariado que vive en caravanas, en un camping de la ciudad., juguetes rotos de una sociedad en crisis. Fredy, su protagonista es como un gran oso cuarentón, que ha heredado de su madre, recién fallecida, el donde de curar a la gente con el magnetismo de sus manos desnudas.
Con realismo y sensibilidad presenta Dupeyron toda una galeria de perdedores y de gentes que acuden a él porque necesitan créer en algo, en un contexto social que contrasta con las playas millonarias de esa costa azul. Al atropellar a un niño con su moto, Fredy sufre un traumatismo que le lleva a poner su vida en tela de juicio y tratando de ayudar a una adinerada mujer alcohólica, encontrará la terapia para salir adelante en su propia vida.
Se trata de una interesante adaptación de una novela del mismo Dupeyron, transformada en guión cinematográfico, que se interroga sobre el sentido de la vida. Su puesta en escena logra mostrar ese contraste y su protagonista es excelente: Gregory Gadebois en ese papel de cuarentón perdido en el siglo de absoluta humanidad. Destaquemos también la siempre apreciable presencia de Jean Pierre Darrousin, en el papel del padre de Fredy.
La música y la voz de Nina Hagen, acompañan los momentos mas dramáticos de este relato desesperado, que Dupeyron ha preferido terminar paradójicamente con una nota de optimismo y una improbable historia de amor. La proyección en prensa ha sido acogida con respeto, pero sin provocar entusiasmo.