Cospedal y Erdogan, dos caras de una misma moneda

“Y continuó añadiendo que no pasa nada. Si ya sabemos lo que son. Si ya sabemos los que son».
María Dolores de Cospedal. Secretaria General del Partido Popular.

Vamos a colgar  a los manifestantes en esos árboles en Parque Gezi”
Tayyip Erdogan R. Primer Ministro  Turco

Lucas León Simón

Uno puede levantarse una mañana y encontrárselos ahí. Detrás del café y las tostadas. Son el fascismo excipiente,  el pensamiento expeditivo, una ración con colmo de lenguaje de la prevalencia.

Da igual que se llamen Cospedal o Erdogan. Son dos manifestaciones de un único sentir.  Una, vestida de mantilla y peina, la autora intelectual del “diferido simulado”, con un alambicado cinismo como herramienta, desprecia medularmente a las personas que se manifiestan, que se oponen, mínimamente, a sus políticas neoliberales, de ajuste, recorte  y meada sobre los más débiles.

“Si ya sabemos lo que son”, dice. Que a su entender, de cobradora de cinco sueldos públicos más algún extra, debe ser algo bastante ominoso. Entre “nazi total”  o troglodita de la izquierda. Ella, como el Verbo Divino  del Sermón de la Montaña, Es la que Es. Y no se hable más.

El otro, el hombre de la OTAN en la puerta de Oriente, es menos sutil. Dice, sin rodeos, lo mismo que los otros y la otra piensa: “Vamos a colgar a los manifestantes de los árboles que quieren impedir que se corten”.  Yo todavía no desaliento de que alguna Cifuentes o alguna Aguirre digan algún día lo mismo.  Por lo pronto, la Aguirre, desde su marquesado consorte, se ha puesto a hacerle la ola al Gobernador del Banco de España de hacer contratos saltándose por el Arco del Triunfo,  el salario mínimo.

Tal como se desprende de esta dialéctica, la razón política ya ha dejado de ser precaria.  Cualquier día de estos, aunque seas descendiente de un interno en Buchenwald, te hacen un “escrache mental” y te llaman “nazi total” porque te manifiestas en las altas alamedas de la libertad.  O te cuelgan de un árbol como defensa razonada y urgente de la democracia y sus urgencias en forma de tanque de la OTAN.

Es así como se existe. Meter a un banquero en la cárcel tiene de pena la expulsión inmediata y fulminante de la carrera, alguien se persona en una causa de corrupción, como parte, y obstaculiza, se alía con el fiscal afín y frena, ralentiza y hace que todo se declare prescrito o nulo. Y te jalean y te dan, de premio, una embajada.

Este es el movedizo diseño de la corrupción y el cinismo gobernando como paradigma. O detrás de un plasma.

 

 

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