La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el consumo de analgésicos es un país es el indicador adecuado de la forma en que se trata el dolor. El dolor, debe ser manejado siempre por profesionales de la medicina en casos normales y por médicos especialistas en unidades del dolor o cuidados paliativos si son casos graves. En ningún otro caso, el paciente debe automedicarse con analgésicos. El mal uso o abuso de estas sustancias puede acarrear problemas hepáticos y de otra consideración si se ingieren solamente para sentirse un poco mejor.
La mortalidad por sobredosis de opioides se ha multiplicado en nuestro país debido precisamente a la automedicación de los pacientes. Los analgésicos opiodes tienen un papel establecido en las formas severas de dolor agudo y dolor oncológico y no deben ser administrados por personal no cualificado.
Primero tendremos que clasificar el dolor para entender que no puede definirse igual un dolor intenso y prolongado o un dolor como consecuencia de una experiencia sensorial o emocional desagradable.
Los llamados narcóticos que son derivados del opio son analgésicos que componen este grupo que alivian el dolor mediante la interacción de las endorfinas.
Por otro lado, están los llamados no narcóticos o no opiáceos que actúan inhibiendo la producción de las prostaglandinas. Entre los efectos comunes de los analgésicos no narcóticos están la reducción del dolor, son antiinflamatorios y antipiréticos. En este grupo se encuentra el paracetamol y el metamizol que actúan selectivamente sobre los tejidos nerviosos ya que inhiben las prostaglandinas a nivel hipotalámico. En particular, el metamizol, al igual que la morfina, tiene la propiedad de bloquear la transmisión del impulso doloroso ya sensibilizado además de sus efectos centrales.
Es importante señalar que los medicamentos analgésicos tienen una dosis máxima por día que pautará el médico en relación al dolor. El paracetamol se metaboliza a nivel del hígado y sus concentraciones plasmáticas máximas se alcanzan en función de la forma farmacéutica; con un tiempo hasta la concentración máxima de 0.5 a 2 horas. Existen enfermedades asociadas al uso continuado de analgésicos tales como la nefritis, el daño medular y la insuficiencia renal aguda o crónica. También se han descrito cánceres de tracto urinario por el abuso de los mismos.
Dentro del grupo de analgésicos opiáceos está la codeína que es un componente natural del opio y que en el organismo se convierte parcialmente en morfina. Alivia el dolor leve o moderado y es un supresor de la tos seca. Su efecto secundario importante es el estreñimiento por la ingesta continuada, especialmente en ancianos.
Por otro lado, el tramadol es un analgésico opiáceo que alivia el dolor actuando sobre las células nerviosas específicas de la médula espinal y el cerebro reduciendo el dolor severo sobre todo de huesos, articulaciones, protusiones. Es muy peligroso si se administra de forma continuada ya que crea adicción dado que el paciente se encuentra bien. Su gran poder energético sumado a la supresión del dolor ha hecho que muchos trabajadores lo tomen para no cansarse; eso sí, sin prescripción médica y sin ninguna patología que tratar. De ahí se han derivado ciertas muertes súbitas; la más conocida, la del cantante Prince, por muerte por depresión respiratoria.
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