Vestimos con el honor de ser amigos. Nos comprendemos en esos vacíos y esas plenitudes (podemos cambiar el orden igualmente) de unas existencias que nos regalan marchas en positivo.
Te invito a una entrevista: en ella nos conocemos un poco más. Vemos tu lado humano, extenso como la vida misma, que interpretas con riesgos no calculados. ¡Eres grande! Lo más gratificante es tu humildad.
Nos despedimos tras este encuentro, que nos sabe a lo efímero, pero con su lado de la victoria, que consiste en intuirnos. Nos quedamos en esos honores de estar donde debemos. Nos hemos unido, otra vez, en nuestras respectivas aficiones y oficios. Merecemos la confianza. Nos hemos cansado de acciones inoportunas, que superaremos. Es lo que nos comentamos. Es verdad.
Tu relato es extraordinario, como la Creación. Miras como ese valiente que eres. No tratas de vencer, ni siquiera de convencer. Haces con honestidad tus faenas, que te complementan con tu naturaleza, que es buena. Lo subrayo.
Eres el titular de una narración que liga con la hermosura y la belleza. Emocionas. Lo que sucede es que a veces, como nos cuentas, hay demasiado ruido en un mundo que persigue lo sencillo: con esta actitud tuya se juega el triple.
La vida es una metáfora: así la tomamos así nos desarrollamos. Es lo que me demuestras, y es en lo que creo. Te entiendo.