Me topo con una entrevista por televisión. No sé de cuándo es, pero lo cierto es que me sabe a eterna. Lo que dice el invitado es válido en todo instante, en cualquier etapa.
Habla de valores, de buena alimentación, de tiempo para uno mismo, de coraje, de objetar a los malvados, que crecen, según refiere, gracias a los silencios y a las tolerancias mal entendidas.
Le gusta, a nuestro protagonista, sacar partido a lo óptimo de cada lugar, de todas las gentes. Reacciona, indica, ante la adversidad y cree en la felicidad. Todos coincidimos en las conveniencias de estas palabras, que, como glosa estupendamente, se sustentan en la acción.
Subraya que se vuelca con los débiles. Rememora que es un derecho y un deber constitucional. Tiene mucho porque cree que la clave está en la Humanidad. Busca y encuentra. Afirma estar preparado.
La fe en él, como en todos, mueve lo más pesado. Reitera, recurre, persevera, no alberga miedo, al menos no como un referente que domine.
Tiene sensibilidad. Trabaja la logística para avanzar. Reúne un compendio necesario para afrontar balances y pugnas existenciales. Es, indudablemente, una clave de éxito. Por eso me grabo la entrevista, con el fin de escucharle de vez en cuando. Seguro que iré percibiendo más matices.