Miro algunas de tus obras, efímeras, como el viento, con el paso del tiempo. Todo ha ido, va, muy deprisa.
Te has adecuado a esas circunstancias que miden con raseros que han de complementarse. Lo has procurado, y así lo advierto.
Nos has invitado con constancia a un interior en el que creemos. Te has relajado y has hecho que seamos en tu extraordinaria actividad, en la que nos realizamos contigo.
Nos comportaremos, tú y yo, al unísono en una travesía que nos ha de dar un acopio de buenos intereses, con los que nos expondremos.
Todo ha ido al compás de una belleza que nos serena. Escuchamos. Podemos con sensaciones nobles. Al final, has consolidado tus anhelos.
Te doy las gracias por ese don que compartes en un ejemplo de vida que sigo porque eres honesto, coherente, voluntarioso y bueno. No se puede pedir más. Todo es soberbio. Hay un ritmo estupendo.