El año 1938 es el año decisivo de la Guerra civil española. No el último. Un año que casi se abre con la conquista republicana de Teruel en el mes de enero, la ciudad aragonesa que poco pudieron retener los leales en sus manos pues los hombres del general Francisco Franco se la arrebatarían en febrero. Un año en el que la ciudad gallega de Ferrol recibiría el reverencial topónimo de El Ferrol del Caudillo.
Se disuelve el 30 de enero de ese año 38 la Junta Técnica del Estado y se constituye en su lugar el primer Gobierno de la España franquista, con Franco a su frente. El gabinete está compuesto por todo el espectro político favorable a la causa anticonstitucional y antirrepublicana: reputados militares, monárquicos, carlistas y falangistas. El 9 de marzo se promulga (Franco promulga, por mejor decir) el Fuero del Trabajo, que acabaría por ser la primera de las normas que conformarían el peculiar entramado seudoconstitucional de la dictadura franquista. Se trata de un texto corporativista que intentaba dotar de la ideología falangista a las relaciones sociales y económicas.
Francia abre de nuevo el 17 de marzo la frontera con el objeto de permitir la entrada de armas para la República, pero tres meses después, el 12 de junio, la vuelve a cerrar.
El dirigente socialista Indalecio Prieto, quien había presentado su dimisión días antes como ministro de Defensa, tras sus enfrentamientos con los comunistas, es sustituido el 5 de abril por el propio presidente republicano Juan Negrín, que asume su cartera.
El día 15 de ese mes, las tropas franquistas llegan a la localidad mediterránea castellonense de Vinaroz y rompen en dos la zona republicana. Cataluña queda aislada.
Se aprueba el 22 la primera Ley de Prensa en la zona franquista, que habrá de estar en vigor durante casi tres décadas y que tiene como objetivo no solo suprimir las publicaciones periódicas republicanas, sino hacer de la prensa una institución al servicio del Estado, un instrumento de adoctrinamiento político. El responsable de su publicación fue el entonces ministro del Interior y concuñado del propio Franco, Ramón Serrano Suñer.
Mientras, en el otro bando, el día 30 de ese mes de abril, Negrín da a conocer sus “13 puntos para la victoria», conocidos como los 13 puntos de Negrín, un programa político que intenta lograr apoyos internacionales y, especialmente, finalizar la Guerra Civil mediante una paz negociada. No conseguiría ni lo uno ni lo otro, si acaso un taxativo rechazo del mismísimo Franco.
El Gobierno de Franco une al ya antiguo reconocimiento de sus dos aliados (Italia y Alemania) el del Vaticano (4 de mayo) y el de Portugal (11 de mayo).
El 25 de julio de ese año da comienzo la batalla del Ebro, la más cruenta de cuantas tengan lugar durante la guerra: tropas republicanas cruzan el río por diversos lugares para intentar avanzar hacia Vinaroz y reunificar las dos zonas republicanas partidas. Los republicanos pasan a la defensiva el 2 de agosto, iniciándose así una terrible batalla de desgaste. Mientras están teniendo lugar dichos combates, el 28 de octubre, las Brigadas Internacionales reciben una despedida multitudinaria en Barcelona. Negrín había anunciado el 21 de septiembre ante la Sociedad de Naciones la retirada de los voluntarios internacionales a favor de la República, con la intención de que los alemanes e italianos que ayudaban a los franquistas hicieran lo propio. No lo hicieron. La batalla del Ebro llega a su fin el 16 de noviembre: el ejército republicano se retira del frente del Ebro.
Comienza el 23 de diciembre la ofensiva franquista sobre Cataluña.
Dos meses antes, el día 1 de octubre, había tenido lugar una reunión de las Cortes republicanas en la localidad barcelonesa de Sant Cugat del Vallès.