Parece fácil saber quiénes somos. En principio es así, pero lo que ocurre es que no dedicamos tiempo suficiente para desmenuzar qué nos define y qué nos sucede ante circunstancias y condiciones que no suelen ser las «normales», que son las que nos caracterizan. Nos conocemos, como se suele decir, en las complicaciones. Para lo bueno todos nos convocamos, e incluso acudimos. ¡Cuántas veces me repetía esto mi amiga Juana!
Por ello damos con las auténticas personalidades de supuestos amigos y de conocidos cuando la hostilidad o la dificultad aparecen en nuestro entorno. Ahí vemos valentías o cobardías, y hasta traiciones. De todo se aprende: de estas actitudes también. La moraleja es tan evidente que hay que recoger su cosecha.
Solemos decir que las gentes cambian. Sí, acontece, pero en muchas ocasiones, puede que en la mayoría, las transformaciones que nos sorprenden negativamente vienen del siguiente hecho: no hemos podido, sabido o querido identificar a los compañeros de viaje. La parte positiva de los comportamientos de singularidad torpe o «fragmentadora» es que dejamos atrás a aquellos que son más lastre que otra cosa.
Por lo tanto, mi deseo, por interés también, es que sepáis dar con las personas oportunas, que, si no es de este modo, que tengáis coraje y suerte para abandonar a quienes os dañan, y que avancéis hacia el futuro con ímpetu, simpatía, bienestar, salud y mucho amor. Con el equilibrio de esos presentes podréis dar con los más extraordinarios oficios igualmente.
Sin obsesiones, hagamos recapitulación de lo que tenemos. No es cuestión de cantidad, sino de calidad. Por cierto, una manera de interpretar si nos aman los que nos rodean es viendo si somos sus prioridades. No nos demos excusas, por favor, que el año empieza. Para tomar decisiones debemos saber qué albergamos y qué queremos. Besos y abrazos, y, por supuesto, siempre, ¡buenos días!