Un informe publicado por las Academias Nacionales de Estados Unidos de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NAS), acerca del acoso sexual que sufren las mujeres que estudian o trabajan en el ámbito científico, revela que más del 50 % del profesorado femenino en ciencias, ingeniería y medicina, ha sufrido en algún sentido este supuesto.
Según el citado informe, entre el 20 % y el 50 % de las estudiantes, un porcentaje que varía dependiendo del curso y la rama científica a la que pertenecen, ha sido víctima de violencia sexista tanto verbal como no verbal. como el desprecio o la venganza. El acoso de género, comportamientos que transmiten hostilidad, objetivación, exclusión o estatus de segunda clase, es el tipo más común de acoso sexual.
La web #MeTooStem corresponde a las siglas en inglés de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. Fundada por Beth Anne McLaughlin, profesora de neurología de la Universidad de Vanderbilt, ha sido concebida para que sea más difícil que las personas que hoy están en el poder, tanto sociedades científicas como compañeros, no vean a los becarios y aspirantes como simples números. Este es un espacio, añade la autora, para que las mujeres compartan su historia de acoso en primera persona; una red de apoyo en la que las usuarias puedan hablar de experiencia pero sin mencionar a otras personas o instituciones de forma que eviten que se hagan acusaciones infundadas.
La idea de crear una plataforma surgió a partir de la experiencia personal de una de las agredidas que quiso dar cuenta de forma abierta, todo lo que le sucedió en su carrera profesional. Las cifras son relevantes aunque no se tiene constancia del número real de agresores, porque muchas mujeres siguen sin denunciar los hechos. Por ello, la base de datos de #MeTooStem refleja el comportamiento sexual inadecuado con nombres, apellidos, cargos e instituciones, así como un enlace en donde en el usuario puede verificar dichos hechos delictivos.
La asociación americana para el avance de la ciencia ha conseguido que no sean honorables aquellos hombres declarados culpables por su conducta sexual, y se ha logrado organizar una campaña bajo su hashtag a miles de científicos para que los Institutos Nacionales de Salud dejaran de financiar a las personas culpables de agresión sexual o conducta sexual inapropiada. Este movimiento, que supone un cambio radical en la cultura americana, ha permitido que las mujeres estén en primera línea, y que no sean silenciadas por seguir impulsando una idea que es heroica en los tiempos que corren. El movimiento, de igual forma, está considerado como uno de los hitos de ámbito científico más importantes del año pasado según la revista Science y esta pionera quiere honrar a los cientos de mujeres que fueron expulsadas de los campus precisamente por denunciar estos hechos.
En España la situación no es distinta. El acoso sexual es un problema transversal que afecta a instituciones en todo el mundo. Investigadoras de universidades de Barcelona, Girona y Rovira i Virgili publicaron hace dos años el primer estudio sobre violencia de género en las universidades, en el que dieron constancia de que al menos un 62 % del alumnado había padecido o conocía a alguien que había sufrido violencia de género en la universidad. En el 92 % de los casos las víctimas eran mujeres, y el 84 % de los casos, los hombres eran los agresores y el 65 % estudiantes.
De igual forma, la Universidad Complutense de Madrid (UCM) publicó el primer informe sobre acoso sexual en el centro basado en una encuesta de 21 000 personas. De ellas, el 8% de las mujeres aseguraron haber sufrido acoso sexual dentro del campus. En la mayoría de los casos, las personas encuestadas se referían a “acoso ambiental”, entre los que se incluyen chistes, bromas o piropos ofensivos de carácter sexual, gestos y miradas lascivas, invasiones del espacio físico, o comentarios u observaciones no deseados de carácter sexual.