Abdelaziz Bouteflika está de nuevo en Argelia. Aterrizó a media tarde del domingo 10 de marzo de 2019 en el aeródromo militar de Boufarik, a unos 30 kilómetros de Argel. Los argelinos no han podido verlo de ningún modo. Apenas unas imágenes del Gulfstream 4SP, su avión oficial especial pintado con los colores de la República Argelina Democrática y Popular, cuando el aparato llegó a Ginebra (Suiza). Después, el despegue y tres fotos del cortejo de seis limusinas negras haciendo el camino Boufarik-Argel. Cabe suponer que en uno de esos vehículos iba el presidente tras dos semanas de misteriosa hospitalización.
En Ginebra, el aparato utilizado para la vuelta de Bouteflika pasó seis horas en un hangar y nadie ajeno a su entorno pudo comprobar quién embarcó en él. Nada se ha filtrado sobre el estado del paciente. En esa atmósfera siempre opaca, los rumores de todo tipo circulan de manera enloquecida. Y en Argelia, eso es casi una especialidad tradicional: muchos dan por cierto que ha fallecido.
Antes de que saliera del hospital ginebrino, la ONG Abogados Sin Fronteras (ASF) pidió al Tribunal de Protección de Niños y Adultos de Ginebra que pusiera al presidente-candidato bajo tutela jurídica, “una medida de protección prevista para personas con incapacidad mayor, que les permite cumplir determinados actos administrativos, pero no los autoriza a tomar decisiones por sí mismos sin asistencia de su tutor”. Los abogados que impulsaron la iniciativa –sin posibilidades de prosperar– afirmaban en su escrito que su objetivo era evitar que Abdelaziz Bouteflika fuera víctima de “manipulaciones” de su entorno debido a la quiebra de su salud y a su debilidad ya constatada.
Huelga general fallida, las manifestaciones continúan
Por el momento, las manifestaciones callejeras tienen gran éxito; pero los llamamientos a la huelga general –que surgen en las redes sociales y en alguna organización sindical minoritaria– han tenido un impacto irregular. Los abogados mantienen varios días de paro y se concentran ante los tribunales para exigir “el respeto de la Constitución” y “de las libertades colectivas”, además de reclamar que el Consejo Constitucional rechace la candidatura de Bouteflika.
En general, sigue predominando el objetivo de rechazo al quinto mandato (potencial) de Bouteflika y la insistencia en evitar la deriva violenta del movimiento actual. En Argel, los manifestantes, incluidos los más jóvenes, lo ratifican –por ejemplo– con el trabajo de voluntarios que limpian las calles afectadas cuando terminan las manifestaciones.
En Argelia, el despertar de la contestación callejera tiene diversos objetivos y distintos desencadenantes. En primer lugar, la corrupción de la burocracia y los clanes –civiles y militares– que vampirizan las posibles bases de desarrollo del país y crean así la desesperanza de una población predominantemente joven.
Esa mayoría juvenil no ve salidas en el sistema y desea el fin de la república cesarista que representa Abdelaziz Bouteflika. Tampoco intuyen una posibilidad de cambio real en los partidos laicos o islamistas de oposición o supuestamente de oposición (en Argelia, no siempre todo es lo que parece). Algunas de esas fuerzas muestran una parálisis ante “el poder” que convierte sus programas en retórica pura. Purísima. Varios se auto legitiman –como el sistema– en una revolución heroica cada vez más alejada en el tiempo.
Universitarios y futboleros
Para contribuir a desarticular la coherencia de esa juventud que se manifiesta en las calles, el sábado 2 de marzo, una orden repentina del Ministerio de la Enseñanza Superior adelantaba diez días el período de vacaciones de invierno. Hasta ese momento previstas entre el 15 de marzo y el día uno de abril, debían empezar el día 5. La orden citada fijaba, además, el desalojo inmediato de las residencias universitarias y las autoridades daban a los estudiantes 24 horas para cumplirlo.
Unos 600 000 universitarios empezaron a debatir si debían ocupar los edificios universitarios y acampar en los recintos de los campus. Eso obligó a una rápida contraorden de la Oficina de Obras Universitarias anulando la primera –y precipitada– disposición del ministerio. Implicaba la anulación de un período de exámenes, que los afectados abandonaran sus residencias y que organizaran su retorno urgente y masivo a sus lugares de origen.
No pocos de esos universitarios son habituales de los campos de fútbol, donde se encuentran con otros jóvenes del extrarradio de Argel y de otras ciudades. Estos días, esa fusión ha producido varios de los himnos que – cambiando su letra habitual– adoptan quienes se manifiestan en las calles. En el estadio donde juega (en casa) el USMA, el primer clasificado de la liga argelina, repetidamente campeón y club histórico, y que en el pasado cambió –significativamente– su nombre pasando de llamarse Union Sportive Musulmane Algéroise a Union Sportive de la Medina d’Alger, se canta “La Casa del Mouradia” (así, en castellano).
El Mouradia es el nombre de la residencia presidencial. Ese himno futbolístico hace ahora –con su letra renovada– un guiño a una serie de Netflix. En el nuevo texto de la canción, “la casa presidencial” se convierte en “la casa de los ladrones”. En YouTube, esa expresión contestataria tiene centenares de miles de visionados.
En otros cánticos similares que han surgido en los campos de fútbol, hay referencias a la corrupción, a quienes se ven obligados a emigrar en pateras, al poder militar, a los discursos oficiales que todo lo justifican con la historia de la independencia.
Como es normal en Argelia, el árabe dialectal, el francés y el amazigh (lengua bereber) se mezclan al hablar y al cantar. Lo mismo se grita “mankach alkhamssa ya Bouteflika! ”, es decir, “¡No habrá quinto mandato, Bouteflika!”, que se hace un estribillo en francés, “ Y’a en marre du pouvoir! ” (¡Estamos hartos del poder!).
La peña futbolera Ouled el Bahja, seguidores del USMA y promotores de La Casa del Mouradia, canta, por ejemplo, un verso que reza “well khamssa ray teswivé binathom ray mebviyá!” (en traducción un poco libre, “la quinta presidencia es de ellos, no para mí”).
Seguidores de la Union Sportive de Madinet El Harrach (*casi la peña de Los Bukaneros de Vallecas; El Harrach es una municipalidad popular cercana a Argel, casi Vallecas, vamos), tienen un estribillo políticamente muy directo: “¿Quién es responsable de nuestro sufrimiento? ¿Cuál es la causa de nuestros males? ¡El Estado es la causa de nuestros males!”
El campeonato ha sido suspendido desde que empezaran las manifestaciones, a falta de siete jornadas para que concluya, con el USMA en cabeza de la clasificación.
El domingo 10 de marzo de 2019, otra vez decenas de miles de personas salieron a la calle contra el quinto mandato y “contra la mafia del poder”, en palabras comunes de muchos manifestantes. En el primer día de la pretendida huelga general, las administraciones oficiales funcionaron casi con total normalidad; aunque cerraron –más de uno quizá por precaución– algunos comerciantes del centro de Argel.
Tras empezar las manifestaciones el 22 de febrero, tanto el primer ministro Ahmed Ouyahia como el general Ahmed Gaïd Salah, Jefe del Estado Mayor, advirtieron a los “extraviados” manifestantes que podía abrirse camino una evolución hacia una situación de caos como en Siria . Declaraciones recientes del general Ahmed Gaïd Salah parecen sugerir un giro significativo de las fuerzas armadas argelinas hacia una cierta comprensión de la profundidad del movimiento que rechaza la hogra (término que implica la humillación, la injusticia y el abuso del poder). Y en estos momentos, para buena parte de quienes salen a la calle para protestar, esa hogra se concreta en el proyecto de quinto mandato para un presidente incapaz de manejarse por sí mismo. El jueves día 14 de abril, el Consejo Constitucional debería publicar la lista oficial de candidatos a la presidencia de Argelia.
[…] En Argelia, universidades y campos de fútbol contra el 5º mandato… […]
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