Abdelaziz Bouteflika ha renunciado a presentarse a un quinto mandato. Un día después de que regresara al país -aunque la opinión pública no pudiera constatarlo por sí misma- el presidente argelino ha anunciado que ha decidido aplazar la elección presidencial, que estaba prevista para el próximo 18 de abril.
Está claro que el entorno presidencial ha comprendido que insistir en la continuidad de un presidente enfermo e incapaz de expresarse por sí mismo conducía a un callejón sin salida[1].
En el comunicado presidencial publicado a media tarde de este lunes 11 de marzo de 2019, se dice que el presidente comprende las marchas que se han sucedido desde hace tres semanas y que entiende «las motivaciones de numerosos compatriotas que eligieron esa vía para expresarse».
Se subraya también que las manifestaciones han utilizado una «vía pacífica». Lo más sorprendente es que se afirma lo siguiente: «No habrá quinto mandato y nunca se trató de que lo hubiera para mí”. El escritor y periodista argelino Adlène Meddi se preguntó de inmediato en Twitter: “¿Quién escribió entonces la carta del 10 de febrero?» Porque en esa carta previa también -supuestamente- de Bouteflika, se decía lo contrario.
La propuesta ya explicada en un comunicado anterior de una conferencia que abra el camino a reformas en el terreno «político, institucional, económico y social», queda expuesta de nuevo reclamando «la participación más amplia posible, con la mayor representatividad de la sociedad argelina, incluyendo la proporcionalidad debida de jóvenes y mujeres». Queda ahí un reconocimiento explícito de los componentes sociales que han jugado un papel fundamental en las manifestaciones de los últimos días.
Tras la retórica habitual de los mártires, etcétera, confirma que no se presentará a un quinto mandato porque su «estado de salud y su edad» no se lo permite.
El comunicado acepta que los argelinos han enviado un mensaje hacia su jerarquía política y el aplazamiento electoral debe «pacificar los temores que se han expresado para abrir la vía de la serenidad generalizada, de la quietud y de la seguridad pública».
El comunicado de Bouteflika implicaba un inminente cambio de gobierno y la dimisión del primer ministro. Ahmed Ouyahia, a quien podríamos considerar una especie de incombustible Giulio Andreotti argelino, ha sido múltiples veces ministro y primer ministro. En la calle, no pocos le atribuyen manipulaciones diversas y un meticuloso maquiavelismo vinculado al poder de los clanes militares que han gobernado Argelia desde su independencia.
En el último punto, se confirma el proyecto de impulsar una conferencia nacional plural que se dice «inclusiva e independiente». El plazo que se prevé para que esa conferencia concluya terminaría a finales de 2019. El proyecto resultante de nueva Constitución sería sometido a referéndum. Será esa asamblea constituyente (o conferencia nacional) la que proponga una nueva fecha para la elección presidencial que «será organizada bajo la autoridad exclusiva de una comisión electoral independiente» establecida según «las mejores prácticas internacionales». Se mantendrán las competencias actuales del Consejo Constitucional, que debía anunciar los candidatos aceptados dentro de dos días.
El primer ministro Ahmed Ouyahia presentó su dimisión después de que se hiciera público el comunicado presidencial. Tras unos primeros días en lo que significaban las manifestaciones masivas contra el quinto mandato de Bouteflika, el régimen -y su componente militar, esencial- han comprendido que sólo cabía dar marcha atrás. Lo contrario, era adentrarse en un abismo que Argelia ya experimentó hace no tantos años. El país respira y todos los estados vecinos de Argelia, también.
Desde dentro, los poderes que gobiernan Argelia tratarán ahora de atenuar el debilitamiento que han producido las manifestaciones populares en el sistema. Un quebranto innegable para los clanes que mueven los hilos de un poder en el que Bouteflika ya sólo era una imagen meramente instrumental y simbólica. El primer paso ha consistido en nombrar nuevo primer ministro a Noureddine Bedoui, hasta ahora ministro de Interior.
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