Lo llaman el país de las rosas porque es el mayor productor de esencia de rosas del mundo, es igualmente famoso por su delicioso yogurt, por sus bellos trajes típicos y sus bordados.
Bulgaria ha sido reconocida por la gran cantidad de científicos que han trabajado y trabajan en su tierra y en el exterior. Sin embargo, poco se conoce sobre su rica historia y cultura, su naturaleza salvaje y sus interesantes sitios arqueológicos.
Se han abierto tres centros de esquí que compiten con los mejores de Europa, las playas del Mar Negro ofrecen excelentes ofertas y los amantes del senderismo pueden disfrutar de los bosques más bellos. Los que prefieran turismo de salud tienen más de 50 centros de aguas termales con instalaciones para terapia. Bulgaria tiene mucho que ofrecer.
Irina, es secretaria y me explica que ser búlgaro significa una historia que llega desde los tracios, con un alfabeto cirílico único, y dos imperios.
En el siglo XIX, algunos viajeros llamaron a Bulgaria «Vestíbulo de Oriente», con una geografía montañosa, valles y playas; rodeada por Grecia, Rumania, Macedonia, Serbia y Turquía, es el corazón de la Europa Balcánica, poblada por tribus legendarias.
El primer Imperio Búlgaro data del siglo VI al siglo XI. Fue durante el reinado de Boris I que el Cristianismo se convierte en religión de Estado; con el emperador Simeón I el Grande, se vivirá una época de esplendor aunque el Cisma que divide la Iglesia de Roma de la Iglesia Ortodoxa acontecerá en 1052, cambiando el devenir histórico.
El segundo Imperio Búlgaro abarca del Siglo XII al XIV, con la ascensión de los hermanos Peter e Ivan Asen, la dinastía Asenida; en el siglo XIV llega la larga noche otomana que invade Bulgaria hasta el XIX, momento en que el zar de Rusia, Alejandro II, declara la guerra a los turcos y alienta los movimientos revolucionarios.
La Independencia total de Bulgaria acontece en 1946.
«Tenemos un sentimiento contradictorio con respecto a Rusia», me dice Georgi, un joven profesional:»por una parte, fueron los rusos quienes nos ayudaron a liberarnos del Imperio Otomano, pero luego fueron los Soviet los que implantaron el Comunismo».
Sofía
Cuando uno llega a la capital, Sofía, nos deslumbra. Es una ciudad al pie del monte Vitocha, conserva el estilo soviet en los edificios. El tiempo búlgaro es parsimonioso y nadie corre, la verdadera vida de la ciudad aparece a la noche en bares y restaurantes, licorerías abiertas y juventud caminando por las calles.
Sofía tiene larga historia, hubo yacimientos neolíticos, fue ocupada por tribus tracias, llamadas serdi, que dieron nombre al lugar: Serdica, y durante la época romana, fue la capital oriental del Imperio Romano.
La ciudad se configura a partir del siglo IX, con la expansión de la religión ortodoxa, que construye iglesias y monasterios. Testimonio de aquellos tiempos es la bella iglesia Santa Sofía, con su fachada de ladrillo y sus arcadas típicas, los cimientos de la necrópolis Serdica y los basamentos de la primera iglesia del siglo IV. Visitarla es entrar en la historia profunda de Europa del Este.
Al rodear el jardín, aparece majestuosa la Catedral San Alejandro Nevski, imagen emblemática de Bulgaria, construida en 1904 gracias a Alejandro II de Rusia. Su interior es imponente, con cinco naves revestidas en mármol, mosaicos y pinturas, y una capacidad para 6000 personas. No se pueden sacar fotos en los interiores de iglesias.
La cripta es hoy una Galería de Arte Búlgaro con la colección de iconos más importante de la región balcánica.
Icono quiere decir imagen en griego, y se considera que cuando Jesús dejó su rostro en la saya, se tuvo el primer icono, por lo tanto, es una representación religiosa. La tradición icónica se desarrolló considerablemente durante el Imperio Bizantino y se expandió con la religión Ortodoxa. Pudimos ver iconos de varios siglos, algunos muy bellos y bien conservados.
Caminamos siguiendo el circuito histórico, nos sorprende el Anciano Palacio Real, terminado en 1888, hoy alberga el Museo Nacional de Bellas Artes. Entre los artistas búlgaros cabe destacar a Zahari Zograf y Vladimir Dimitrov.
Nos atrae un enorme edificio que fue la sede del Comité Central del Partido Comunista, hoy es sala de conciertos. Más adelante se encuentra el Palacio Presidencial, con la guardia de honor y la Rotonda de San Jorge, un conjunto de ruinas e iglesia en medio de los grandes edificios públicos.
Ver las ruinas del siglo IV y recorrer este lugar que sufrió ataques y reconstrucciones, es vivir el devenir búlgaro. En su interior apreciamos pinturas murales medievales. Bulgaria es famosa por sus iglesias pintadas.
Pasamos por Sveta Nedelya, santuario erigido en la Edad Media, sobre ruinas romanas y que sufrió en 1925 un atentado comunista contra el rey Boris III.
Bajamos por el animado boulevard peatonal Vitosha, buscando comida tipica bulgara, pero los restaurantes ofrecen menús internacionales y pizza por doquier. Finalmente, pedimos vino búlgaro acompañando la musaka y la carne con salsa yogurt.
«El problema de Bulgaria, me dice Boris, un búlgaro que vive en el extranjero, con quien compartimos la cena, es que el comunismo no se fue, la nomenclatura sigue instalada en el gobierno, con mafias y corrupción, eso retrasa el desarrollo… pero yo amo mi país».
Boris nos entusiasma para conocer Boyana.
La iglesia de boyana y el museo nacional de historia.
Los taxis son baratos y la ciudad es segura, siempre se encuentra a alguien que habla inglés y el euro o el lev, la moneda local, se usan sin problema.
Por lo tanto, decidimos acercarnos a Boyana, un suburbio elegante a las afueras de la ciudad. Pronto, vemos un pórtico que nos indica la llegada a la famosa iglesia, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1979.
En realidad un ensamble de iglesias, ya que son tres, el edificio tiene dos pisos y tres alas. La primera iglesia fue construida en el siglo X, la segunda se erigió durante el Segundo Imperio Búlgaro y se añadió la tercer ala en el siglo XIX.
Al entrar se percibe la bóveda de crucería y los muros con frescos a veces superpuestos. Algunos datan del siglo X, otros de 1252, los artistas son anónimos aunque pudieron pertenecer a la Escuela de Tarnovo. Son ejemplos únicos del Arte Medieval. Doscientas figuras humanas en los muros, dieciocho escenas que representan la vida de San Nicolás. Sin embargo, los frescos más impresionantes son los retratos dedicados a la pareja constructora y al zar Constantino y la zarina.
Esta joya medieval se abrió al público en 2008.
Muy cerca se encuentra el Museo Nacional de Historia, edificio que perteneció al jerarca del gobierno comunista. Nos recibe Magdalena, jefa de Relaciones Públicas del Museo, quien nos dice que el fue abierto en 1973 y que el recorrido cubre desde la prehistoria hasta la Declaración de la Independencia.
Son varios los tesoros que guarda el Museo, el más importante: el tesoro de Panagjuriste, piezas rituales en oro del siglo IV a C. de la civilización Tracia que pobló gran parte de esta región, dejando de legado el culto a Orfeo y a Dionisio.
Conversamos con el experto en Arqueología medieval Panayot Antonov, quien comenta:
«La configuración de Bulgaria, como estado, surge a partir del Imperio Medieval Búlgaro que abarca desde 632 hasta 1395, se han recogido de iglesias y salvado por la restauración varios frescos, documentos y libros. Todavía hay mucho por hacer, pero estamos trabajando».
Poco a poco el alma búlgara se abre al visitante, y aquella imagen hosca da paso a la sonrisa y al suave aroma del país de las rosas.
Interesante,tienta visitarla
Revelador!