La espectacularmente sencilla, la perturbadora y lírica serie de animación estadounidense sobre actores reales titulada Undone es cine fascinante. Sus poco más de tres horas de duración se reparten en ocho breves e intensos episodios repletos de cuanto nos hace humanos a los humanos, cuajados de todo aquello a lo que llamamos angustia, necesidad, amor, memoria.

Disfrutar de Undone me ha recordado que sin saberlo hace algún tiempo escribí sobre ella, probablemente antes de que le rondara la cabeza a Bob-Waksberg y Purdy:

Somos necesidad y deseo,
memoria y deseo,
realidad y deseo,
deseo.
Somos pasado y porvenir,
pasado y presente,
presente.
Somos presente y deseo,
memoria y presente,
realidad y pasado.
Pasado.
Somos espejos rotos,
una mirada que nos ve
como queremos vernos,
una mirada que vemos
mirarnos muerta de deseo
desde un presente pasado,
desde un pasado presente
ajeno al porvenir,
reflejada en el futuro,
una mañana por llegar,
una noche sideral…
Somos necesidad y deseo,
memoria rota
en la mirada de otro,
un futuro que ya tuvo lugar,
un futuro inminente
que siempre es ahora.



