La espectacularmente sencilla, la perturbadora y lírica serie de animación estadounidense sobre actores reales titulada Undone es cine fascinante. Sus poco más de tres horas de duración se reparten en ocho breves e intensos episodios repletos de cuanto nos hace humanos a los humanos, cuajados de todo aquello a lo que llamamos angustia, necesidad, amor, memoria.
Creada y dirigida en este año 2019 por Raphael Bob-Waksberg (creador de la inclasificable serie de animación BoJack Horseman) y Kate Purdy (una de las guionistas de BoJack Horseman), también dirigida por Hisko Hulsing, la sorprendente, veloz y trascendental Undone está muy convincentemente interpretada por un reparto encabezado por la espléndida Rosa Salazar, magnífica como la atribulada y vital protagonista de una serie que consigue revolvernos suavemente, como si el dolor no fuera más que la delicada esencia de nuestros cerebros siempre incompletos, desconocidos: nuestro cerebro undone, nuestra humanidad deshecha, inacabada. Satisfactoriamente imperfecta. Insatisfactoriamente imperfecta.
Disfrutar de Undone me ha recordado que sin saberlo hace algún tiempo escribí sobre ella, probablemente antes de que le rondara la cabeza a Bob-Waksberg y Purdy:
Somos memoria y deseo. Eso se sabe. Somos residuos evanescentes de estrellas que no pudieron ser eternas. Animales surgidos en medio de un planeta capaz de inventar la vida.
Somos necesidad y deseo,
memoria y deseo,
realidad y deseo,
deseo.
Somos pasado y porvenir,
pasado y presente,
presente.
Somos presente y deseo,
memoria y presente,
realidad y pasado.
Pasado.
Somos espejos rotos,
una mirada que nos ve
como queremos vernos,
una mirada que vemos
mirarnos muerta de deseo
desde un presente pasado,
desde un pasado presente
ajeno al porvenir,
reflejada en el futuro,
una mañana por llegar,
una noche sideral…
Somos necesidad y deseo,
memoria rota
en la mirada de otro,
un futuro que ya tuvo lugar,
un futuro inminente
que siempre es ahora.