En 2019 se estrenó la película española Ventajas de viajar en tren, de unos cien minutos precisos de duración necesaria (sin extenuantes instantes de sobra, como en algunos largometrajes). Muy bien dirigida por el debutante Aritz Moreno, había sido escrita por Javier Gullón, quien adaptaba con una exquisita sensibilidad cinematográfica la brillante novela homónima de Antonio Orejudo, publicada diecinueve años antes.
Una novela de la que yo escribí cuando la leyera en 2015 que…
Después de leer esta novela, no me queda claro cuáles son las ventajas de viajar en tren, pero sí cuáles las de prescindir de la verosimilitud a cambio de crear una realidad propia, única, donde la credibilidad no flojea porque el autor transporta al lector por una senda que es la de las aguas muy rápidas de un río genial. Cuando decimos de un libro que seleedeuntirón, en ocasiones parece que hablemos de algo banal, casi torpe, carente de estilo o de oficio, pues bien, yo creo que es todo lo contrario y esta obra es el paradigma de los textos que seleendeuntirón porque tienen el encanto de la mejor literatura en su exceso y en su desmesura controladas.
La película Ventajas de viajar en tren fue fotografiada por Javier Agirre Erauso de tal manera que la ficción permanente que uno sabe estar viendo es la ficción propia de toda suspensión de la credulidad, el intríngulis de libro y film.
Conviene decir que la película es una comedia, no en vano obtuvo aquel 2019 el Premio Feroz a Mejor Comedia, algo que uno no tiene muy claro mientras la ve, pues su mérito radica en que, sin reírse de la novela de Orejudo, lo que alcanza Moreno es a llevar al terreno cómico, cada vez que a la ficción le interesa, el tremendo argumento del libro, divertido, inquietante, pero sobre todo sorprendente. En el buen sentido de la palabra.
¿Y qué decir del reparto? Sus excelentes actores están magníficamente dirigidos por Moreno y saben sacar todo su partido interpretativo, todo su arte, a las composiciones que Orejudo, pero especialmente Gullón, supieron crear: Luis Tosar, Ernesto Alterio, Quim Gutiérrez, Belén Cuesta, Macarena García, Javier Botet… y, sobre todo, una descomunal Pilar Castro, excelente en lo trágico, divertida en lo cómico, sensacional en lo romántico.
La verosimilitud está sobrevalorada. Ese puede ser el lema de esta finalmente comedia negra tan recomendable como asombrosa (causante de asombro). «Una película insólita», como dijera de ella el crítico de El País Javier Ocaña («lógicamente absurda»); un «deslumbrante laberinto barroco» para Luis Martínez (El Mundo), quien añadía: «gozosa, brutal»; un «film inclasificable» (Quim Casas, El Periódico); «delirante, extrema, refinadamente grosera e inteligente», según la periodista cinematográfica de La Razón Carmen L. Lobo; «un viaje tan sibarítico como febril y perverso, una marcianada delirante, excesiva y provocadora. El poder del relato es infinito, una maravillosa reivindicación de la fantasía y de la locura» (Marta Medina: El Confidencial).