Una mujer canadiense que se ha identificado como Nicole ha enviado, a una agencia de viajes de Pompeya, un paquete conteniendo dos ladrillos de mosaico, algunos trozos de ánforas y un pedazo de cerámica acompañados de una carta en la que explica que los robó, durante una viaje turístico, en 2005, y que desde entonces le han sucedido una serie de desgracias.
Es una información del diario británico The Guardian que ha tenido acceso al contenido de la carta: «Tengo 36 años y he tenido dos veces cáncer de pecho. La última acabó en una doble mastectomía ». No han sido solo problemas de salud, sino también económicos y la mujer está convencida de que la causa de su infortunio se encuentra en los objetos robados, que están «llenos de energía negativa».
Con el gesto de devolver lo robado, Nicole espera conseguir «el perdón de Dios, y no transmitir la maldición ni a sus hijos ni a sus familiares».
El de Nicole no es un caso aislado. La ciudad de Pompeya -perteneciente junto con Herculano y otros enclaves pequeños a la Antigua Roma, en la región de Campania, cerca de la actual ciudad de Nápoles, que fue oficialmente enterrada en la violenta erupción del Vesubio del 24 de agosto del año 79 antes de nuestra era, en la que murieron muchos de sus habitantes, aunque otras fuentes creen que pudo ocurrir más tarde, a finales del otoño o principio del invierno, sufre cada año muchos robos protagonizados por turistas poco escrupulosos que, al recorrerla a cielo descubierto, no se reprimen a la hora de llevarse «algún recuerdo» de la visita.
Tampoco es la primera vez que alguien devuelve objetos robados en Pompeya. Junto a la carta de Nicole se encontraba también otra de una pareja, también canadiense, que enviaba unas cuantas piedras sustraídas en su recorrido por las ruinas. Y, según la información del Guardian, en 2015 se produjeron varias devoluciones de objetos robados calificados de «malditos».
Según el diario canadiense National Post, en una información de aquel año, Massimo Osanna, el conservador arqueológico de Pompeya, declaró haber recibido en los últimos años hasta un centenar paquetes procedentes de distintos lugares del mundo, conteniendo fragmentos de ánforas, pedazos de frescos y estatuillas, y en muchas ocasiones iban acompañados de cartas explicando que les habían dado «mala suerte».
Una canadiense, que devolvió un ladrillo de tierra cocida robado durante su luna de miel en los años 1970, escribió pidiendo perdón por «un error de juventud». Un latinoamericano explicó que su familia había sufrido «un trauma tras otro después de llevarse un pedazo de piedra de Pompeya».