La dirigente birmana Aung San Suu Kyi, de 76 años, Premio Nobel de la Paz 1991, y de hecho jefe del gobierno birmano desde 2016 hasta du detención en el golpe militar de febrero de 2021 –que puso fin a una década de régimen democrático en Birmania- acaba de ser acusada de «fraude electoral» cometido en las elecciones legislativas de noviembre de 2020, cuando arrasó su partido, la Liga Nacional para la Democracia.
Otros quince responsables políticos, entre ellos el ex presidente Win Mint, también detenido en el golpe de estado, van a ser juzgados por el mismo motivo, según han anunciado los medios públicos birmanos y publica esta tarde el canal internacional Euronews.
La Junta militar que detenta el poder desde febrero justificó el golpe en las «enormes irregularidades» que se habían cometido en las elecciones, aunque es la primera vez que se acusa a alguien de ellas.
En arresto domiciliario desde su detención el 1 de febrero, Aung San Suu Kyi lleva desde junio pasado enfrentándose en los tribunales a acusaciones de corrupción, sedición, alteración del orden público, violación de las normas impuestas en la lucha contra la pandemia de la COVID-19 e importación ilegal de walkies-talkies para los miembros de su escolta personal.
Los medios de comunicación no han podido asistir a los juicios y la Junta ha prohibido a los abogados de la acusada que hablen con la prensa y los organismos internacionales.
La nueva acusación contra la dirigente birmana se produce al día siguiente de la liberación del periodista estadounidense Danny Fenster, condenado a once años de cárcel, como resultado de una transacción con las autoridades de Estados Unidos que enviarán a Birmania, a cambio, vacunas contra la COVID-19 y material médico.