La mujeres entre 40 y 60 años pueden tener en una revisión rutinaria el diagnóstico de un cáncer de tiroides. En España se diagnostican aproximadamente cinco mil al año. El crecimiento es lento, silencioso y apenas da clínica aunque la buena noticia es la supervivencia que asciende al 90%.
El 24 de septiembre se hace visible el cáncer de tiroides por su día mundial; una efeméride que la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) recuerdan a las pacientes que es una enfermedad muy frecuente, que pueden presentar un bulto o nódulo a la palpación en el cuello o no, y por ello, deben estar alertas y sobre todo, hacer un seguimiento cada año si están en esa franja de edad o tienen antecedentes familiares.
Entre los otros síntomas que puede notar la persona afectada son la ronquera, la tos crónica, dificultad para tragar (en estadios avanzados incluso para tragar) y una sensación de opresión importante en la garganta.
Mediante la palpación el endocrino puede pedirle que se haga un PAAF (Punción por Aspiración Aguja Fina), es decir, extracción de la muestra total o parcial del tejido para hacer una biopsia y que esta sea examinada al microscopio por un patólogo.
Cuando se practique la ecografía de modo que pueda ser analizado el contenido del bulto. Que exista un nódulo no significa que tengamos ni vayamos a tener cáncer y si este resulta, solamente cinco de cada cien son malignos.
Los factores de riesgo que debemos contemplar obedecen sobre todo si existen familiares que hayan presentado bocio, cáncer de tiroides o alguna enfermedad relacionada con la tiroides, así como la enfermedad de Cowden, la tiroiditis de Hashimoto o si han mantenido una dieta alta en yodo.
Para descartar la presencia de cáncer será importante un análisis de sangre para ver el funcionamiento de la glándula tiroides, el PAAF, una ecografía y el examen físico. Con estos datos se obtendrá el diagnóstico: T (tamaño tumoral); N (Estado de los ganglios); M (Presencia de metástasis).
De acuerdo con los especialistas en endocrinología el tratamiento, seguimiento y abordaje de la enfermedad será el que el paciente precise en cada momento dado que es importante vigilar los nódulos sin obsesionarse pero ver siempre si existe entre un año y otro, un cambio que pueda dar lugar a una enfermedad compleja.
En el caso de existir cáncer, según cita la Dra. Hernando, médico endocrinóloga, se puede decidir si se practica la tiroidectomía total (extracción total de la glándula tiroides); una hemitiroidectomía (solamente uno o dos lóbulos) y posteriormente valorar el tratamiento sustitutivo hormonal. En algunos casos, tras la operación puede presentarse disponía (una afonía transitoria) e hipocalcemia, falta de calcio, debido a la intervención y a la afectación de la vitamina D.
En algunos casos de cáncer papilar, cuando el tumor tiene un centímetro llamados microcarcinomas, se puede tratar con yodo radiactivo. Las células tiroideas necesitan captar yodo para poder producir tiroglobulina y hormonas tiroideas. Al mantener cierta estructura celular, el carcinoma papilar aún tiene capacidad para captar ese mineral, y si es radiactivo, las células tumorales mueren al integrarlo.
En todo caso, las revisiones son las que evitan males mayores y es necesario acudir al endocrinólogo en caso de duda al notarnos algo parecido a un bulto, por pequeño que este sea.