Como se le quiera llamar: «La Marcha por la Transformación», «La Marcha de los Cuatro años de Gobierno» o «La Marcha de AMLO», de este domingo 27 de noviembre, fue verdaderamente impresionante.
Fuera de la guerra de cifras, que siempre se da en estas concentraciones de tipo político, rebasó y con creces el millón de asistentes; marchistas alegres, gozosos, que lo mismo se entregaban a exhibir sus pancartas con el nombre de sus comunidades, que bailaban y cantaban.
El presidente, Andrés Manuel López Obrador, encabezó la concentración desde la Columna de la Independencia hasta el Zócalo, le acompañaban el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo; entre otros colaboradores y lideres del partido, Movimiento Regeneración Nacional, MORENA.
De que dolió «La Marcha de la Transformación», misma que fue una respuesta a la que la derecha llevó a cabo el pasado 14 de este noviembre y que logro conjuntar unas sesenta mil personas, dolió de tal manera que los comentarios, sobre todo en redes sociales, estuvieron cargados odio, de chascarrillo, chistes de mal gusto y lo que no se vale, de insultos.
Apenas los medios de comunicación electrónicos y cibernéticos informaban, inclusive con imágenes en directo, que las calles del Centro Histórico estaban abarrotadas, se inició esa respuesta de agravios, de injurias, de denuestos, de dicterios, de improperios, de escarnio y de mofa.
Esa actitud, como está comprobado histórico y ampliamente se convierten en un búmeran; sin embargo, el cretinismo y la soberbia son tan agudos, que no se dan estos críticos tiempos para meditar, para reflexionar; allá ellos y su arrogancia, engreimiento y altanería.
Otra referencia de esa crítica es cuando recuerdan que el presidente histórico Lázaro Cárdenas del Río fue el último mandatario en convocar a una marcha de esta naturaleza, en aquel entonces para el apoyo a la Expropiación Petrolera, además, se les olvida la que llevó a cabo el presidente Adolfo López Mateos con motivo de su decreto de expropiación de la Industria Eléctrica.
En aquellos años se desbordaron los elogios, ahora es la crítica acerba de ese grupúsculo de la derecha. Para López Obrador, que les quede claro, tanto Cárdenas como López Mateos son personajes de su referencia política.
Y algo más, en ninguno de los análisis críticos, niegan, por el contrario, aceptan que Andrés Manuel López Obrador es el presidente con más apoyo popular en la historia del país.
La constante en esas críticas es que, los asistentes son acarreados, con el sonsonete de siempre: con torta, refrescos, matracas, gorras y playeras, además de los autobuses que los trasladaron a la Capital de la República.
Desde luego que de alguna forma había que implementar la logística correspondiente. La gente del pueblo no va a llegar a la cita de la convocatoria en Mercedes Benz, BMW, Lotus, Porches y demás automóviles de lujo, como ocurrió en la concentración anterior y que, sin recato alguno, estacionaron en lugares prohibidos. Ninguna grúa los llevó al corralón, es de imaginarnos qué hubiera provocado si se hubiera aplicado el reglamento, desde luego la denuncia mediática de que se había cometido «un atentado a la libertad de manifestación» consagrada -ahora sí-, en nuestra Constitución Política.
Impresionante la Marcha, y de que dolió, dolió.