La fotografía del presidente López Obrador subido en un camioncito militar atascado en el lodo de la carretera a Acapulco, es un retrato perfecto de su personalidad y su gobierno.
Ninguno de sus colaboradores, ocupados como estaban en atizar odios contra la Suprema Corte y medios y periodistas odiados por su patrón, fue capaz de avisar a los guerrerenses de lo que se les venía, pese a reportes que anunciaron la fuerza del huracán Otis.
Y tampoco pudieron disuadirlo de hacer un viaje de nueve horas y al que fue de traje y con chofer de prominente panza; para ser más tragicómicos, solo les faltó la corbata.
Será por la tirria que tiene a los aviones, ignorancia de lo que encontraría o ganas de chapotear en el lodo con zapatos, el hecho es que hizo el ridículo bajando y subiendo del jeep militar y camioneta de redilas; en todos, quedó atrapado por el fango.
Soldados que debieran estar ayudando en Acapulco, hicieron palancas y palearon lodo para que el presidente pudiera salir del atascadero y llegar al puerto veinte horas después del huracán que lo dejó sin agua, luz y comunicaciones.
Y estuvo ahí, apenas treinta minutos; media hora, para tanto circo y estorbo.
Regresó por aire sin resolver nada y la mañana siguiente, como si Acapulco no hubiera vivido tragedia alguna, se vanaglorió de seguir siendo el segundo presidente más popular del mundo.
Cada día queda más claro que además de malvado y vengativo, está chiflado y no es insulto, sino diagnóstico.
En todo salta su incapacidad: el mal manejo del covid causó cientos de miles de muertes; ha provocado escasez de medicamentos y favorecido a los narcos; y añada usted todos los etcéteras que quiera.
Ya ni mentir, que junto con madrugar es lo que mejor hace, le sale bien.
Da órdenes sin ton ni son, que siguen con extrema lentitud sus colaboradores; no vaya a arrepentirse y la agarre furioso contra ellos.
Pareciera que todos los mexicanos menos él, queremos a Acapulco; no ha demostrado que le duele la gravedad de lo que está pasando.
Había para calamidades como ésta, un Fondo de Desastres Naturales (Fonden) con treinta mil millones de pesos, pero ordenó disolverlo y por eso la ayuda no llega como debiera.
A tres días del siniestro, el secretario de la Defensa Nacional presumió que repartieron siete mil litros de agua; ¡siete mil litros para ochociento mil habitantes sedientos!
Para sentirse líder y provocar a Estados Unidos, convocó una reunión de los once países de donde procede la mayoría de los inmigrantes que por acá pasan.
Llegaron a Palenque solo los desprestigiados presidentes de Honduras, Haití, Cuba, Venezuela, El Salvador, Colombia y Guatemala, incapaces de retener a su gente ni por la fuerza.
Prefieren dejar todo y exponerse a frío, hambre, sed y calor, extorsiones, delincuentes y hasta al gobierno de López Obrador, que los persigue, acosa y encierra, para quedar bien con EEUU; como ocurrió este agosto que detuvo a 84.000 migrantes.
Pero los invitados, ni pío dijeron; callaron a cambio de petróleo, convocatorias y alabanzas y como AMLO es el único que los toma en cuenta, le echaron porras y entre todos concluyeron que la culpa del éxodo es de los yanquis.
Él aprovechó para proponerles copien sus fallidos programas sociales y prometerles que reclamará personalmente al presidente Biden.
No lo hará, porque mucho de lo que ocurre es precisamente por su empeño en agradar a EEUU; no protesta siquiera por los millones de compatriotas que cada año son encarcelados y deportados ni por las boyas y muros.
Quitó el Seguro Popular y cientos de mujeres con cáncer de mama han debido dejar sus tratamientos porque no tienen para pagarlos.
Dos Bocas parece que tiene doscientas, ha costado casi veinte mil millones de pesos y no refina un solo litro.
Pemex debiera estar en bonanza por el precio del petróleo, pero tiene deudas impagables y por eso, estados y municipios recibirán el año próximo 20.428.000.000 de pesos menos.
Hubo desfalco de veinte mil millones de pesos a Segalmex que fue a dar a los bolsillos de amigos consentidos.
Cada mañana dice que no le importa el dinero, pero no habla de otra cosa y suprimió también, los fideicomisos del Poder Judicial para manejar esos millones a su antojo.
Entrega la mayor parte de las obras sin licitación y sigue culpando de todo, a gobiernos anteriores.
Por algo estamos en el lugar 126 de los 180 estados que analiza Transparencia Internacional; en lenguaje claro, somos uno de los más corruptos países del mundo.
Pero aguas, porque día a día suma adversarios y somos ya millones, los que ansiamos verlo en la cárcel.