Las aguas depuradas pueden ser una solución ante las sequías y la escasez hídrica crónica, que según varios expertos desempeñaron un rol significativo, por ejemplo, en la inestabilidad reinante en buena parte de Medio Oriente, escribe Stephen Leahy (IPS) desde Uxbridge (Canadá).
La demanda del líquido ya excede la oferta en regiones donde habita más de 40 por ciento de la población mundial. La proporción de personas afectadas puede trepar a 60 por ciento en la próxima década, concluye un estudio.
«Las regiones donde escasea el agua no pueden cultivar lo suficiente para alimentar a su propia población», dijo el coautor Manzoor Qadir, del Instituto para el Agua, el Ambiente y la Salud de la Universidad de las Naciones Unidas, con sede en Canadá.
Alrededor de 70 por ciento del agua dulce del mundo –y hasta 95 por ciento en algunos países- se usa para irrigación. Hay intensas competencias por este recurso entre sus usos municipal, industrial y agrícola. Cada vez más, la agricultura sale perdiendo, particularmente en regiones con escasez, dijo Qadir a IPS.
Entre 2006 y 2011, hasta 60 por ciento de la tierra en Siria experimentó la peor sequía de su historia, así como una serie de pérdidas de cultivos. En 2009, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reportó que más de 800.000 sirios perdieron sus medios de sustento y huyeron a las ciudades a consecuencia de la falta de agua.
Toda la región del Mediterráneo atraviesa una prolongada sequía vinculada al cambio climático, según un estudio realizado por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos. Si las emisiones de carbono, que alteran el clima, continúan al ritmo actual, la situación empeorará y se prolongará en la región.
Al caer los suministros hídricos, muchas regiones usan agua residual urbana, un recurso muy valioso si se lo trata adecuadamente, plantea el estudio «Global, Regional, and Country Level Need for Data on Wastewater Generation, Treatment, and Use» (Necesidad de datos sobre generación, tratamiento y uso de aguas residuales en los ámbitos mundial, regional y nacional), publicado el 5 de este mes en la revista Agricultural Water Management.
Este es el primer estudio que se centra en cómo se usan las aguas residuales en 181 países. Una de las conclusiones clave es que solo 55 naciones tienen buenos datos.
Sintetizando la información disponible, investigadores hallaron que los países de altos ingresos tratan 70 por ciento de sus aguas residuales, mientras que los de medianos ingresos tratan entre 28 y 38 por ciento. Apenas ocho por ciento de las que se generan en países de ingresos bajos se someten a alguna clase de tratamiento.
«Desde los tiempos más remotos, la mayor parte de las aguas residuales fueron desechadas realmente. Sin embargo, este es un vasto recurso si lo tratamos adecuadamente, lo que incluye separar las aguas servidas municipales de las industriales», dijo el director del Instituto para el Agua, el Ambiente y la Salud, Zafar Adeel.
El volumen de aguas residuales potencialmente disponibles cada año en todo el mundo equivale al caudal que fluye del río Mississippi hacia el Golfo de México en 14 meses, dijo Adeel a IPS.
En países pobres con escasez hídrica, las aguas residuales se usan ampliamente para irrigar tierras agrícolas. Algunos estiman que incluso 300 millones de hectáreas producen 10 por ciento de los alimentos del mundo, según el estudio.
Sin embargo, hay pocos datos para confirmar esto. Muchos países tienen un «secreto sucio»: buena parte de los alimentos que se consumen en áreas urbanas se cultivan con aguas servidas sin tratar.
Esas aguas son valiosas porque tienen un muy alto nivel de nutrientes, incluidos potasa, nitrógeno y fósforo, lo que elimina la necesidad y el costo de los fertilizantes. Sin embargo, las aguas residuales sin tratar pueden transmitir enfermedades como el cólera. Chile experimentó brotes de esa enfermedad y prohibió el uso de aguas servidas sin tratar en 1992.
Brotes de enfermedades generados a partir de ese tipo de líquido «ocurren, pero rara vez se citan como la causa» del problema, dijo Qadir.
Un motivo es que se han hecho pocos estudios. Hace pocos años, Qadir y sus colegas descubrieron mayores proporciones de enfermedades originadas en la mala calidad del agua, como gastroenteritis en niños y niñas del Mediterráneo que comían alimentos cultivados con aguas residuales sin tratar.
En los años 90, las exportaciones de frutas y verduras de Jordania estuvieron prohibidas por motivos similares. Desde entonces, Jordania implementó una campaña agresiva para rehabilitar y mejorar las plantas de tratamiento de aguas servidas, e introdujo estándares.
«Israel emplea casi cada gota de sus aguas servidas con fines específicos determinados por la calidad», dijo Qadir.
Muchos hogares en el occidental estado estadounidense de California tienen sistemas separados de aguas negras y grises. Estas últimas, derivadas de las duchas y del lavado de platos, se reutiliza para irrigar céspedes y jardines, según el informe.
Las personas suelen ser reticentes a comer alimentos cultivados usando aguas servidas, pero el método es perfectamente seguro si se las trata adecuadamente, enfatizó Qadir.
«Lamentablemente, muchos países no consideran que el tratamiento del agua sea una prioridad», agregó.