El 16 de octubre pasado, Miquel Iceta, ministro entonces de Cultura y Deporte (MC) y José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación (MAEC), trasladaban a Audrey Azoulay, directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el interés de España en organizar y acoger la próxima Conferencia Mundial de Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible (Mondiacult) en 2025.
En Mondiacult 2022, celebrado en México, se consideró la cultura como un bien público mundial –de lo que dimos cuenta en este diario-, objetivo apoyado por el Gobierno español como pone de manifiesto la «Declaración de Cáceres» (septiembre de este año), impulsada por la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea (UE) y aprobada por unanimidad por los veintisiete ministros de Cultura de la UE.
En la propuesta remitida a la Unesco se expresa que España desea seguir trabajando para elevar la cultura hasta su reconocimiento en todo el mundo como un bien público mundial, incidiendo además en la creación del Foro Mundial de Políticas Culturales, aprobado en México, y apoyando a la Unesco para situar la Cultura en un lugar preeminente dentro de las políticas públicas y de la cooperación internacional.
A propósito del anuncio, el MAEC ha puesto en valor la diplomacia cultural y científica española, con instituciones como: i) la Dirección General de Relaciones Culturales y Científicas de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID); ii) el Instituto Cervantes, en el que continua al frente Luís García Montero; iii) la Dirección General de Política e Industrias Culturales de la Secretaría de Estado de Cultura; iv) Acción Cultural Española (AC/E); v) la Fundación Carolina (FC); y vi) el Instituto de Comercio Exterior (ICEX) a través de la División de Industrias Culturales.
La cultura debe ser considerada como un bien público global, lo que significa que es un derecho y por eso hay que garantizar el acceso a la misma; un bien público global, como también lo son la estabilidad económica, la seguridad internacional, la protección del medio ambiente, la asistencia humanitaria o el conocimiento.
En esa consideración ha incidido también el reciente Octavo Congreso Iberoamericano de Cultura, pilotado por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, las Ciencia y la Cultura (OEI) y la Secretaría General Iberoamericana (Segib) y celebrado en Lisboa a mediados de noviembre, como vimos en estas páginas.
Considerando el brillante papel desempeñado por Miquel Iceta en Mondiacult 2022, como uno de los cuatro vicepresidentes -de lo que fue testigo este diario-, y que hoy el Consejo de ministros le ha nombrado Embajador de España ante la Unesco, podemos afirmar que España se pone en marcha rumbo a Mondiacult 2025.