«No sabían que era imposible, y lo hicieron». La frase atribuida a Mark Twain resume bien la esperanza que renace en Francia con la victoria del NFP, que obtiene la mayoría relativa en esta segunda vuelta del 7 de julio 2024 de las elecciones legislativas anticipadas.
Según los últimos datos publicados sobre recuento de votos y asignación de escaños, el Nuevo Frente Popular (NFP) obtiene 182 escaños, Ensemble (macronistas) 168 escaños, RN (LR-RN de Le Pen) 143 escaños, Los Republicanos (LR) 46 escaños, otras formaciones de derecha (Droite) 14 escaños, otras formaciones de izquierda (Gauche) 13 escaños, otras formaciones de centro (Centre) seis escaños, otras formaciones regionalistas (Régionalistes) cuatro escaños y otros partidos (Divers) 1 escaño.
La participación electoral ha ido en aumento (67’1 por ciento) y favorecido visiblemente a los candidatos del NFP y a los candidatos que se enfrentaban en duelos (entre dos candidatos) con el RN en 409 circunscripciones, limitando el número de elecciones triangulares (entre tres candidatos). 33 por ciento de abstencionistas sigue siendo enorme a pesar de todo, pues en millones de votos es tanto como la extrema derecha, si queremos relativizar.
Los desistimientos de la derecha y la izquierda para impedir el paso del RN han funcionado, pero han favorecido también un mejor resultado del campo presidencial, por delante de la ultraderecha y sus aliados que, tras haber llegado en cabeza en la primera vuelta, se encuentran ahora relegados a la tercera posición.
Tres grandes bloques políticos constituyen así la nueva asamblea nacional: el Nuevo Frente Popular con mayoría relativa, el bloque «Ensemble» (macronista) y la ultraderecha. Si Macron respeta la tradición republicana, debería formar un gobierno de cohabitación, nombrando a un primer ministro salido del Nuevo Frente Popular.
Tanto Jean Luc Melenchon por LFI, como Olivier Faure por el PSF, han declarado inmediatamente su voluntad de gobernar aplicando el programa mínimo del NFP, todo el programa y nada más que el programa. El primer ministro, Gabriel Attal, ha anunciado que presentará el lunes su dimisión, que puede ser aceptada o no por el jefe del Estado, en el contexto de los próximos juegos olímpicos.
Francia ha votado contra el racismo y la xenofobia
Francia resiste, ánimo Europa, frente a Meloni, a Urban, Abascal, Le Pen y otros fascistas europeos, Francia acaba de levantar una sólida barricada. La demagogia racista ha sido derrotada, la «preferencia nacional» que va al encuentro de la divisa republicana «libertad, igualdad, fraternidad» ha sido rechazada en las urnas.
Pero lo más difícil empieza ahora para imponer y hacer respetar con la movilización social el programa que hemos aprobado en las urnas.
Urgente es desmantelar las redes de ultraderechistas en el seno de la policía nacional francesa, favorecidos y estimulados por Gerald Darmanin y Emmanuel Macron desde hace siete años.
Urgente es también recuperar la libertad de expresión y de manifestación en la calle y en las empresas. Restablecer el código del trabajo, devolviendo sus poderes al CHSCT (comité de higiene, seguridad y condiciones de trabajo), a los Comités de empresa y a la magistratura laboral, garantizando la independencia del aparato judicial sometido hoy al poder de un presidente monarca.
Urgente es recuperar un nivel de vida decente para la población, con el salario mínimo a 1600 euros y aumentos salariales, justicia fiscal, y la jubilación a los sesenta años, para poder disfrutar de la renta acumulada con nuestras cotizaciones sociales. La pensión no te la regalan, ni el gobierno ni los empresarios, la pagamos con nuestro trabajo.
Urgente es poner de nuevo fuera de la ley, como siempre fue en este país desde 1945, la apología del fascismo y del racismo, hoy toleradas y estimuladas en toda la prensa dominante.
Urgente es recuperar la pluralidad y la libertad de expresión en la prensa, radio y televisión, perdida en estos últimos quince años, con una concentración de los medios informativos en manos de un puñado de oligarcas. El Estado debe subvencionar la prensa libre e independiente, y no a los medios de comunicación fascistas.
Pedir reparación para todas las personas agredidas, reprimidas, encarceladas o mutiladas por la policía al servicio de Macron/Darmanin que han criminalizado y acusado de «terrorismo» al movimiento sindical, ecologista y social, sin olvidar las abusivas convocatorias policiales contra la oposición política que denuncia el genocidio en Palestina, mientras calificaban de «republicanos» a los dirigentes del RN.
Urgente es pasar a una sexta república y a una democracia parlamentaria para salir de esta constitución de la quinta república capaz de poner en peligro el Estado de derecho. Ni más ni menos como en el resto de Europa: democracia parlamentaria que ponga fin al poder absoluto del «monarca presidente».
Los resultados de este domingo han devuelto el poder al Parlamento sellando, esperemos que definitivamente, la derrota de Macron y de esta quinta república agonizante. La lucha continua y el camino no será un río tranquilo.