El tribunal de Nuuk, capital de Groenlandia, territorio autónomo de Dinamarca situado geográficamente en el continente norteamericano, ha decidido mantener detenido, al menos hasta el próximo 5 de septiembre, al militante ecologista Paul Watson, de 73 años y doble nacionalidad, canadiense y estadounidense, fundador de la ONG Sea Shepherd y de la Fundación que lleva su nombre CPWF (Fundación del Capitán Paul Watson), cuya extradición reclama la justicia japonesa.
El caso está relacionado con su combate en contra de la caza de ballenas, cuando Japón dictó contra Watson una orden de detención internacional, secundada en 2012 por un mandato de Interpol, considerándole responsable, entre otros, de los daños materiales y humanos causados años antes a un ballenero japonés por un barco de Sea Shepherd.
La defensa de Watson –que anteriormente fue uno de los fundadores de Greenpeace, organización que abandonó en 1977 para crear Sea Shepherd- ha recurrido la sentencia que responde, según un comunicado de la policía de la isla, a la necesidad «de garantizar su presencia en el momento en que se decida sobre su extradición»; decisión que depende del ministerio danés de Justicia y cuya fecha no se conoce de momento.
La justicia japonesa acusa, tanto a Watson como al ecologista neozelandés Peter Bethune –condenado en 2010 a dos años de cárcel con el cumplimiento de la pena en suspenso-, de haber herido en la cara a un marinero japonés al arrojar una bomba fétida (de ácido butírico), con el objetivo de impedir el trabajo de los balleneros.
Según Julie Stage, una de las abogadas que defienden a Paul Watson, disponen de una grabación de vídeo –perteneciente a la serie documental «Justicieros de los mares»- que demuestra que «el miembro de la tripulación, que según las autoridades japonesas resultó herido, no estaba en el lugar de los hechos cuando los militantes ecologistas arrojaron la bomba fétida» a la cubierta del barco.
Para Stage, el video demuestra que «Japón inventa los hechos para conseguir la condena de Watson» que, de llevarse a cabo, podría suponerle hasta quince años de cárcel y una multa de medio millón de yen (equivalentes a unos tres mil euros). Lo que, según sus compañeros y seguidores, y dada su edad y condiciones actuales, equivaldría a dictar su sentencia de muerte en una cárcel japonesa.
Según François Zimeray, otro de los abogados de Watson especialista en la defensa de los derechos humanos, el caso «es una venganza del sistema jurídico y de las autoridades japonesas (…) En Japón existe ‘la presunción de culpabilidad’ (…) los fiscales japoneses presumen de lograr el 99’6 por ciento de las condenas pedidas».
Paul Watson, quien desde hace un año reside en Francia, fue detenido el pasado 21 de julio en la capital de Groenlandia cuando, a bordo de su barco «John Paul Deloria», atracó en el puerto de Nuuk para repostar carburante con intención de «interceptar» al Kangei Maru, un ballenero de última generación y cien metros de eslora que Japón tiene desplazado en el Pacífico Norte.
En el juicio, según declaraciones de Lamya Essemlali, responsable de la sección francesa de Sea Shepherd a la Agencia France-Presse, no se autorizó la asistencia de un traductor «lo que es contrario al derecho danés».
Aunque la caza de ballenas está prohibida, existe una moratoria internacional desde 1986 y Japón, Noruega e Islandia son los últimos países que todavía la practican con fines comerciales. Otras comunidades (Rusia, Groenlandia, Alaska, las islas granadinas…) se dedican a la caza furtiva.
Acusado de «ecoterrorista» por sus detractores, en los últimos años Paul Watson se ha distinguido en el asalto a barcos-fábrica japoneses que, de diciembre a marzo, practican la caza de cetáceos en el santuario ballenero del océano Austral.
Las hazañas de los barcos de Sea Shepherd han quedado plasmadas, a partir de 2007, en la serie documental «Justicieros de los mares».
En 2012, Paul Watson fue detenido por Interpol en Alemania: Costa Rica le acusaba de haber puesto en peligro a sus pescadores de tiburones, aunque posteriormente retiró la acusación y Watson quedó en libertad con fianza.