«Ha sido el milagro de Navidad». La actriz francesa Brigitte Bardort ha recibido con estas palabras la noticia de la liberación de Paul Watson, ciudadano canadiense y estadounidense de 74 años, militante ecologista fundador del grupo Sea Shepherd que lleva años luchando para impedir que se sigan cazando ballenas con fines comerciales.
La actriz se sumó en el pasado mes de octubre al amplio listado de personalidades internacionales que pidieron a la justicia danesa la libertad del activista.
Las autoridades danesas decidieron ayer, 17 de diciembre de 2024, negarse a extraditar a Japón a Paul Watson, detenido en Nuuk, capital de Groenlandia desde que el pasado 21 de julio cuando se acercaba a repostar gasolina a bordo de su barco «Jean-Paul Deloria».
En 2010, la Guardia Costera japonesa obtuvo una orden internacional de arresto contra el activista por presuntos delitos de lesiones y obstrucción forzosa de actividades, alegando que había obstaculizado el trabajo científico de investigación de un barco ballenero japonés. Desde entonces figuraba en un listado de personas buscadas por los organismos policiales de una gran parte del mundo.
El Ministerio de Justicia de Dinamarca ha explicado que en la decisión de no atender la demanda japonesa y dejar en libertad al activista, han influido factores como el tiempo transcurrido desde que presuntamente cometió el delito de interceptar un barco ballenero nipón, con la consecuencia de que uno de los marineros resultó herido.
Desde 2012, Japón reclamaba la extradición de Paul Watson acusándole de «obstrucción a una actividad comercial» y también, según la acusación, de responsabilidad en las heridas causadas por una potente bomba fétida de ácido butírico el 11 de febrero de 2010 a un marinero del barco japonés «Shonan Maru 2» durante el enfrentamiento con un ballenero japonés en el Océano Antártico.
A mediados del pasado mes de septiembre, los abogados de Watson recurrieron al Relator especial de Naciones Unidas sobre los defensores del medio ambiente, denunciando el riesgo de que, de concederse la extradición, Watson pudiera «sufrir tratos inhumanos (…) en las cárceles japonesas».
El pasado 16 de octubre, en una carta manuscrita dirigida al presidente francés Emmanuel Macrón, fue el propio Watson quien solicitó asilo político en Francia, país donde reside actualmente.