Lucas León Simón
La vida no se cuenta por años, sino por ciclos. En “este” ciclo pasan por demócratas y defensores de los principios de la libertad los hijos y los nietos de autócratas, de dictadores, franquistas y falangistas genocidas, corruptos genéticos y familiares.
La derecha cavernosa y mediática, pagada por las grandes corporaciones bancarias, ha emprendido su enésima cruzada en favor de un sueño de libertades, ellos, que vienen de ahogar en sangre a trescientos mil compatriotas.
Dicen que los escraches a políticos son “totalitarios y nazis”. ¿Tota qué? De modo que dejar sin un derecho básico, recogido en la Constitución, a cuatrocientas mil familias, no les ha merecido el menor movimiento de sus índices y ahora, cuatro voces, a una docena de diputados peperos les provoca una tormenta azul de su destilada y falsa conciencia de una “libertad”, idealizada por su suculenta paga mensual.
Escrache es convertir la legislación laboral en una selva, en beneficio de cuatro cuatreros delincuentes a los que hay que tener mucha moral para llamar “empresarios”.
Escrache es arruinar la sanidad de un país y sus habitantes, privatizar todo lo conseguido y ahorrado con onerosas cuotas y volverlas a administrar por sus privatizadores, disfrazados de iniciativa privada.
Escrache es hacer tabla rasa de la Cultura y Educación de un país, para atarse de pies y manos a la ideología reaccionaria de una confesión religiosa, regida por la jerarquía más ruin e insolidaria del planeta.
Escrache es arruinar a un país y a sus habitantes en beneficio de una banca especulativa, socializando pérdidas, cuando nunca, ni se ha intentado, socializar los muchos beneficios que ha tenido.
Escrache es ampararse en una ley hipotecaria, medieval, sangrantemente usurera, e inhibirse del drama social que se le hacía al sector social más desprotegido del país.
Escrache es no tomar la menor iniciativa para impedir el fraude y la corrupción generalizada de políticos y partidos, plagados de donaciones a cambios de favores y contratos ilegales y reprimir, sancionar y agredir a manifestantes que claman por sus derechos.
Escrache son ellos. El PP, sus “brunetes” de la televisión, radio y prensa escrita, repugnantes y vendidos, la Iglesia, sus obispos reunidos y Rajoy detrás de su plasma.
Me voy, que tengo que hacer un escrache. A trescientos metros. Que la Policía (y sus gorilas) tiene que garantizar la “libertad” de “su” casa en Madrid de un diputado que cobra 1.700 euros al mes por “vivir” fuera.
El resto de tumbas están vacías.