Es una de las imágenes que ha recibido más visitas en 2013. La foto dio la vuelta al mundo en las redes sociales: se trata de una joven estudiante italiana, Nina De Chiffre, de 20 años de edad, depositando un casto beso en el casco de un policía antidisturbios.
Los hechos tuvieron lugar el 16 de noviembre, en el transcurso de una manifestación contra el proyecto de tren de alta velocidad Lyon-Turin en la localidad de Suse, en la región del Piamonte.
Según el diario británico The Independent, el sindicato de policía COISP, ha presentado una denuncia contra Nina por “acoso sexual e insulto a un agente público” (no quiero ni pensar como se catalogaría una acción así en la nueva reglamentación española contra las manifestaciones, concentraciones, reuniones, escraches y otros tipos de afirmaciones de la libertad de expresión ciudadana).
Según Franco Maccari, secretario general del sindicato de policía, “un beso es algo positivo pero, en ese contexto, entre esas dos personas, es una falta de respeto. Si hubiera sido el policía quien besara a la manifestante se habría desencadenado la tercera guerra mundial”.
Por su parte, el policía protagonista de la escena, Salvatore Piccione, dio muestras de una enorme sangre fría –dice la información- porque la estudiante no sólo le besó en el casco sino que también le tocó la boca con los dedos: “Cuando llevo uniforme represento a la institución policial, y tengo obligación de no responder a las provocaciones”, ha dicho.
En el diario romano La Repubblica, Nina De Chiffre se defiende argumentando que el gesto fue provocado por la violencia de las fuerzas del orden con los manifestantes. Asegura que por el policía en cuestión solo sintió “asco y piedad”.
El periodista inglés autor de la información lamenta que la policía italiana no haya interpretado el gesto de Nina como una “inmensa señal de paz”.
Deseo lo mejor para ambos protagonistas de este asunto. Luego de eso, me atrevo a comentar.
Una interesante situación de que todo depende de quien lo realice y el cristal con que se mire. Doy vuelta la situación en la siguiente forma.
Lo traslado imaginativamente a Chile, donde hay policías uniformadas mujeres (carabineras) que lucen un uniforme formal, sobrio, pero igualmente resaltante de su femeneidad; además se peinan en un sobrio pero igual femenino standar y se maquillan impecable y femeninamente, denotando claramente que están también entrenadas uniformemente al respecto. Y bueno, ellas igual están siendo utilizadas en algunas acciones contenedoras de manifestantes.
Y ¡Aaaayyyy! no quiero ni imaginar a un manifestante hombre, chileno, que haga lo mismo que la joven italiana hizo con un policía varón de su país: que en un gesto de paz le bese inspirado la visera plástica, punta de la gorra, que le roce los labios con los dedos, a la mujer policía carabinera, mientras cierra los ojos (y que según comentaristas TV de lo italiano, también usó la lengua en una pasada lamiendo el plástico).
Ahí mismo le caerían policías, quizás los otros manifestantes, para detenerlo (a lo mejor patearlo y más) y luego sería formalizado por acoso sexual, degenerado, maltrato de obra a carabineros y, etc., etc. En un dos por tres, la TV chilena daría a conocer un «currículum» sexual del «besador», sus complejos de Edipo quizás.
Eso sí, que tanto en el caso italiano, como el cual estoy imaginando en Chile (que de seguro ocurrirá porque somos unos grandes copiones) ¿que sucedería si el otro u otra, sigue la corriente y se unen en un gesto de paz en serio y a gusto?
Eso sí sería noticia.