Marina Ginestà, un auténtico icono de la resistencia republicana contra Franco durante la Guerra de España merced a una fotografía de Hans Gutmann (Juan Guzmán) tomada en la azotea del Hotel Colón de Barcelona en 1936, acaba de fallecer en París a los 94 años, según información facilitada a la agencia Efe por su hijo Manuel Periáñez.
Marina nació 1919 en Toulouse, pero en 1930 sus padres se trasladaron a Barcelona, donde desde temprana edad militó en el PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña). En el transcurso de la Guerra Civil trabajó como íntérprete y periodista.
Una vez finalizado el conflicto armado, salió herida de España y fue tratada en un hospital de Montpellier antes de embarcar para el exilio en México, si bien finalmente su destino fue la República Dominicana. En el viaje conoció a su primer marido. Una vez en ese país, tuvo que huir de nuevo en 1946, perseguida por el dictador Rafael Trujillo. Se casó por segunda vez con un diplomático belga, con el que volvió a Barcelona en los años sesenta.
«Es una buena foto, refleja el sentimiento que teníamos en aquel momento. Había llegado el socialismo, los clientes del hotel se habían marchado. Había euforia. Nos aposentamos en el Colón, comíamos bien, como si la vida burguesa nos perteneciera y hubiéramos cambiado de categoría rápidamente», afirmaba Ginestà en una entrevista con la agencia Efe en su domicilio de París, publicada hace unos años. «Éramos tan ingenuos que pensábamos que el levantamiento militar (del 18 de julio) era contra la olimpiada popular [Barcelona, 1936]».
Primero como traductora de Mijail Koltsov, corresponsal del diario soviético «Pravda», y luego como periodista de varios medios republicanos, Ginestà vivió la guerra desde una retaguardia militante, volcada en mantener el ánimo de lucha de las tropas republicanas: «Éramos periodistas y nuestra profesión consistía en que no decayera nunca la moral. Difundíamos el lema de Juan Negrín ‘con pan o sin pan resistir’. Y nos lo creíamos».
En compañía de Koltsov asistió a la entrevista que el periodista soviético mantuvo en agosto de 1936 con el dirigente anarquista Buenaventura Durruti en la localidad aragonesa de Bujalaroz, una conversación de alto nivel político que Ginestà aseguraba costó la vida a uno y otro, porque Stalin les estaba espiando y no debió sentirse muy satisfecho con lo que se dijeron. (Marina no fue más explícita en esa interviú). De su trabajo en la retaguardia también conservaba recuerdos muy duros, como la visita a un hospital barcelonés para identificar cadáveres. «Es el recuerdo más terrible que guardo de la guerra. Por primera vez tuve una idea de la muerte. Vi a una mujer muerta con su hijo en brazos.Todavía hoy me viene a la mente ese recuerdo», confesaba en la citada entrevista.
Con todo, los momentos más amargos llegaron cuando tuvo que abandonar el país en busca del exilio francés, su patria de nacimiento. En el paso de los Pirineos perdió a su novio, comisario político, pocos días antes de reencontrarse con sus padres. La llegada de los nazis les obligó a tomar un barco con destino a América. «La juventud, las ganas de ganar, las consignas…, yo me las tomaba en serio. Creía que si resistíamos ganábamos. Teníamos la sensación de que la razón estaba con nosotros y que acabaríamos ganando la guerra. Nunca pensamos que acabaríamos nuestras vidas en el extranjero». La decepción de la derrota se mezclaba entonces con el sueño de que las democracias europeas vencieran al fascismo en la recién iniciada Guerra Mundial. «Esperábamos que ganaran la guerra, que en España volviera la República y que Franco fuera fusilado», recordaba Marina.
La miliciana del Hotel Colón no conoció durante mucho tiempo la foto ni el simbolismo que adquirió esa imagen. La instantánea se encuentra en los archivos de Efe y un documentalista de la agencia logró no hace mucho descubrir la identidad de la modelo y localizar su paradero. Ginestà consideraba que la fotografía tiene algo de artificial y prefería otras, como la del reencuentro con su hermano Albert en el frente del Ebro. «Dicen que en la foto del Colón tengo una mirada arrebatadora. Es posible, porque convivíamos con la mística de la revolución del proletariado y las imágenes de Hollywood, de Greta Garbo y Gary Cooper», afirmaba.
Es de esperar que entre los que observen hoy esa mirada de Marina Ginestá, plasmada para la historia gracias a los oficios del fotógrafo alemán Hans Gutmann, no falten los que piensen que esa mirada no murió en París hace unas horas.