Se equivocaron de plano quienes, ante el hecho de que no hubiera Crucifijo ni Biblia, tan solo la Constitución en el acto de proclamación del príncipe Felipe como rey Felipe VI, quisieron hacernos ver el principio del fin de la confesionalidad católica encubierta del Estado Español. La presencia del monarca ayer en la Catedral de Santiago de Compostela para seguir ofreciendo España al Apóstol Santiago, “patrón de España”, pone una vez más en entredicho la teórica no confesionalidad del Estado que recoge el controvertido artículo 16.3 de la Constitución Española.*
“Hoy cumplo con emoción mi deseo de venir a Compostela”, dijo el Rey, “para hacer personalmente esta tradicional ofrenda del 25 de julio al Apóstol Santiago, patrón de España, en los comienzos de mi reinado”. “Llegamos hoy ante esta Catedral también”, prosiguió, “para mantener viva una tradición de nuestra Monarquía: la ofrenda nacional instaurada por Felipe IV, expresión de una relación estrecha y singular entre la Corona y la ciudad de Santiago de Compostela”.
Léase Corona como Estado Español y sustitúyase ciudad de Santiago de Compostela por Estado Vaticano y ya tenemos el cuadro real de la confesionalidad católica de España. Europa Laica hizo pública al punto ayer una Declaración con motivo de la presencia de autoridades civiles en este acto religioso católico en la que reclama, “como cada año, la supresión del carácter oficial y político de este y de otros actos de similar naturaleza, que contravienen la no confesionalidad del Estado Español”.
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Texto de la Declaración de Europa Laica sobre la ofrenda al apóstol Santiago:
Un año más, las máximos representantes de la jerarquía católica, en comunión con las autoridades del Estado, además este año con la presencia física de la jefatura del Estado, (como ocurría anteriormente, sólo en los años jacobeos), según cuentan las crónicas, “en un acto lleno de solemnidad” han celebrado el acto religioso de ofrenda al apóstol Santiago.
Este acto, cada año, supone una total injerencia e influencia de lo religioso en el ámbito Público, que se repite anualmente y lo consideramos de carácter preconstitucional, continuador de los períodos del absolutismo, del nacional-catolicismo y propio de una monarquía confesional.
Con ello, en nuestra opinión, se lesionan los derechos de ciudadanía igualitaria de millones de españoles y españolas con otras convicciones u otras creencias religiosas.
Este acto consiste en una incomprensible ofrenda y petición de protección de España a un espíritu: Santiago, algo más propio de quienes, en su caso, compartan esa creencia religiosa, pero no de un acto público y civil del Estado.
Un acto que igualmente aprovecha el clérigo oficiante para reclamar de España la adhesión a los dogmas y normas morales de su confesión particular, subordinando el poder civil a criterios religiosos.
Reclamamos, como cada año, la supresión del carácter oficial y político de este y otros actos de similar naturaleza, que contravienen la no confesionalidad del Estado Español. Las creencias religiosas, cada persona a título individual, las puede mantener en el ámbito de lo privado, pero exigimos que se respete la no confesionalidad en el ámbito público, común a todos.
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* “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.”
Enleces:
- Palabras del Rey en la Ofrenda Nacional al Apóstol Santiago. (“El Correo Gallego”, 25.07.2014)
- María Rosa Medel, “El Señor Santiago y Felipe VI”