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Todos somos Charlie
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Yo soy Charlie
Las manifestaciones espontáneas de solidaridad que se han desarrollado este miércoles en las principales ciudades de Francia, el llamamiento de los sindicatos de periodistas, la reacción unánime del mundo político y religioso francés condenando el cobarde atentado contra Charlie Hebdo, son de por si una primera victoria contra el terrorismo que ha buscado con este crimen hacer callar la libertad de expresión. Francia ha dicho en la calle: No nos callarán!
Mas de 35.000 personas han acudido inmediatamente después del atentado a la Plaza de la República en París. Las redes sociales y el llamamiento de las organizaciones sindicales de periodistas han permitido una fuerte movilización, cuyo objetivo es decir a los asesinos: No tenemos miedo. La libertad de expresión y la libertad es un valor común que comparte el pueblo francés.
Decenas de miles de personas han salido a la calle en Lille, Toulouse, Marsella, Nantes y Rennes. Se estima en cien mil el número de manifestantes en toda Francia. La profesión periodística ha ofrecido su apoyo a la redacción de Charlie Hebdo para mantener la publicación del número que se prepara para la semana que viene. El logo “Je suis Charlie” ha corrido como reguero de pólvora en internet y en las manifestaciones en todo el país.
Incluso las autoridades del culto musulmán en Francia, que criticaron en su día los dibujos de Charlie Hebdo sobre el profeta Mahoma, y perdieron el proceso ante los tribunales, los mismos que guardan a menudo silencio en las espinosas cuestiones ligadas al Islam, se han alzado en esta ocasión para condenar el crimen. En este país que cuenta entre 3,5 y 5 millones de musulmanes según las fuentes, y en el que el Islam es numéricamente la segunda religión del país, después del cristianismo, la actitud de la comunidad musulmana frente a tan repugnante crimen se plantea hoy de forma evidente e inevitable.
Para evitar la amalgama entre el crimen organizado en nombre del Islam radical y la comunidad musulmana de Francia, es necesario que las autoridades religiosas islámicas en este país se mojen hasta el cuello y llamen a su propia comunidad a manifestarse contra los que asesinan en nombre de Allah. En caso contrario se corre un evidente riesgo de reacción epidérmica y de amalgamas que serán sabiamente orquestadas por los que buscan dividir a los ciudadanos de esta República.
Las reacciones del mundo político han mostrado que unos y otros son conscientes de la gravedad de la situación, pues la policía estima en más de un centenar el numero de musulmanes jihadistas franceses que han regresado de Siria y que constituyen una amenaza terrorista para la seguridad nacional.
Musulmanes, en primer lugar, pero también judíos, católicos, protestantes, budistas, los religiosos de todas las creencias deben hacer suyo pues el eslogan: “Je suis Charlie”. Toda la prensa francesa debería publicar mañana en portada los dibujos que Charlie Hebdo tuvo el valor de publicar, esos dibujos que buscan hacernos reír y meditar sobre todos los oscurantismos. La timorata y pudibunda prensa que juzgaba todavía ayer “excesivos” los dibujos del semanario satírico, debe hoy declararse abiertamente solidaria y sin ambigüedades, si no quiere dar razón a los que intentan asesinar la libertad de expresión.
El crimen cometido contra nuestros colegas de Charlie Hebdo, me hace pensar en la poesía de Gabriel Celaya, el dibujo también es un arma pacifica y risueña cargada de futuro. A la calle musulmanes, a la calle franceses, ciudadanos de todas religiones, ateos de todos los países, que ya es hora de pasearnos a cuerpo. Si señores, se puede y se debe reír de todo. Se debe y se puede expresar libremente una opinión. La libertad de expresión no se negocia, es un derecho inalienable del ser humano.