Dos jóvenes amigas, obligadas a convivir por la fuerza de las circunstancias, analizan lo que les depara la vida y lo que pueden esperar de ella. Ambas se afanan por ser felices, entran, salen, hablan por teléfono, descuidan la alimentación aunque devoren de modo compulsivo lo que les llega a las manos.

Antes de que ocurra la catástrofe (algo que según su teoría del champiñón es inevitable), es mejor adelantarse a ella. Tal es la obra que regresa a Azarte tras el éxito del pasado enero, La teoría del champiñón.
Marta y Marilia, dos jóvenes bellísimas, envidiables en físico y movimientos del alma, no es que quieran estar siempre en el candelero, no son de ésas. Se conformarían con un poco de compañía y un mucho de sexo de calidad, lo cual, a la vista está, sólo se consigue por puros momentáneos destellos, de ahí que tiendan a engancharse a un hombre, a una pareja que ya pasa de ellas o está a punto de pasar (temor, inseguridad) a otra.
Para colmo, Marta y Marilia están conectadas permanentemente a las nuevas tecnologías, todo son guasaps y guasapeos, no saben respirar ni ir al baño sin poner un guasap, nada les ocurre que no sea contado de inmediato por guasap.
Con esta vida y estos nervios, la delgadez está garantizada, pero esto no es vida duradera: ¿Conseguirán Marta y Marilia su estabilidad emocional?
Marta lleva una década soltera y tiene el corazón duro como una roca. Marilia lleva diez minutos soltera y su corazón esta encharcado en lágrimas.
La teoría del champiñón presenta de manera realista a la vez que risueña, cruda a la vez que académica, la neurosis femenina en torno a la búsqueda de pareja, las mil y una maneras de llenar el vacío del amor. En ella se trata la soledad, sus ventajas e inconvenientes, los hallazgos inesperados en la búsqueda y sus decepciones, las compras compulsivas y, acompañando lo anterior, la mala alimentación. Es en este sentido una obra muy completa que abarca el mundo femenino -y hasta masculino- en su totalidad.
El lenguaje es de un gran verismo y una gran frescura, lo que se agradece, y a la hora de contar sus experiencias cinegéticas y dietéticas, ambas comparten los mismos códigos. Todo es muy rápido y no hay por qué explicar ni repetir, lo que se agradece. Las canciones bellísimas que se suceden, de todos conocidas, son la banda sonora del amor y del desamor. Atracción y repulsión, dolor y recuerdos amorosos, frustración. Ellas lo exteriorizan todo y es un milagro que sigan vivas con ese intenso vivir, expresarse y sentir, que no se sabe lo que es prioritario pero que lo es todo.
- Título: La teoría del champiñón
- Autor y director: Paco Anaya
- Reparto: Sara Gómez y Anita del Rey
- Sala Azarte (San Marcos 19, Madrid)
- Los viernes de marzo a las 21 horas



