El Museo Thyssen Bornemisza, -único museo en Europa fuera de Hungría con nombre húngaro, por vía de la rama Bornemisza – albergó en mayo de 2017 una extraordinaria colección de noventa obras, entre pinturas, esculturas y dibujos, Obras maestras de Budapest, desde el Renacimiento a las Vanguardias, durante una amplia remodelación del Museo de Bellas Artes de la capital húngara.
Desde el primer momento en que se plantearon en Budapest los trabajos a llevar a cabo en el museo, el primer lugar en que pensaron sus responsables como sede temporal y privilegiada de un número importante de sus obras, fue el Thyssen Bornemisza, con el que llevaban manteniendo una excelente colaboración desde su instalación en Madrid hace ya veinticinco años, que se conmemoran en este 2017.
El parentesco Bornemisza ha tenido un gran peso en la elección de la sede anfitriona. La presencia institucional de la embajadora de Hungría en España, Enikö Györi en la presentación a los medios es algo muy puntual. Y hacer a la mañana siguiente una inauguración institucional de la muestra, con la presencia de los Reyes de España y del Presidente de Hungría y su esposa, es más que un reflejo de la importancia que el país magiar concede a tener en Madrid durante tres meses, en palabras de la embajadora, ‘lo mejor de nuestro arte internacional y lo mejor de nuestros tesoros húngaros, cuadros que han salido muy pocas veces de nuestro país’.
Un factor muy importante a tener en cuenta, es el histórico; sin duda el hecho de que la colección de pintura española del Museo de Bellas Artes de Budapest sea la más importante del mundo fuera de España, muestra un interés notorio por el arte de un país con el que se han mantenido a lo largo de varios siglos de historia común, relaciones dinásticas continuadas, que han sido la matriz de un importante intercambio cultural y comercial.
Dice Mar Borovia, comisaria de la exposición y jefa del área de Pintura Antigua del Tyssen, que al hacer la selección de obras para la exposición primó el aspecto de la calidad sobresaliente de las mismas, desde el renacimiento a las vanguardias; dar una buena proyección a la pintura española del museo de Budapest. Y sobre todo dar entrada a excelentes artistas húngaros, una auténtica novedad en España. Y la temática dedicada a la mujer por artistas del siglo XIX y XX que puede verse en la sala VII. Añade Borovia que sin la remodelación del museo de Budapest, esta exposición hubiera sido impensable en España.
La exposición
Organizada en siete secciones cronológicas y por áreas geográficas, además de ponerla en valor, facilita el aprecio, comprensión y comparación de escuelas. El Thyssen tiene ya mucha experiencia y siempre acierta en la organización expositiva, pero en esta ocasión, por tratarse de colecciones de un único museo, se ha acercado a la perfección. Las secciones, El Renacimiento en el norte, con prevalencia de pintura alemana y flamenca del XVI; El Renacimiento en el sur, con Italia de protagonista. El Barroco en Flandes y Holanda y El Barroco en Italia y España, auténtico siglo de oro en ambos países mediterráneos. La siguiente sección está dedicada al siglo XVIII e incluye arte italiano, español, alemán y húngaro. La nueva imagen de la mujer en clave de simbolismo francés, alemán, suizo y húngaro. Completa la muestra la sección Del Impresionismo a las Vanguardias, dedicada a la evolución del arte desde los años ochenta del siglo XIX hasta el inicio de la guerra 1914/18.

Del Renacimiento en el norte, la obra fetiche, cartel de la exposición es Salome con la cabeza de San Juan Bautista de Lucas Cranach el Viejo. Esta Salomé vestida y enjoyada como una dama renacentista no es la princesa seductora del relato evangélico, es una mujer de expresión fría, quizá exponente del poder femenino, pero sin un átomo de seducción. De hecho resultan mucho más expresivos y emocionantes los ojos sin vida del Bautista. Cranach, que era proclive al protestantismo, pinta un Cristo resucitado, que muestra la lanzada en el costado, nada triunfante, intercediendo por la humanidad –que Él ya ha redimido- al Padre y frente a Él, la Virgen que porta a una representación de esa humanidad bajo su capa rojo pasión, una humanidad de cabezas coronadas, capelos y mitras…Más que interceder ante el Padre, Cristo parece mostrar los estigmas de su pasión y muerte a los poderosos… El Retrato de un joven atribuido a Durero es una de las obras maestras de la sección, así como una hermosa versión, muy diferente a la iconografía habitual de los dolores de la Virgen de Hans Baldung Grien. Del mismo autor un excelente dibujo preparatorio, Cristo con los instrumentos de la pasión y otro dibujo, Lancero a caballo de Alberto Durero, un notable estudio ecuestre sobre el movimiento.
En Renacimiento en el sur, Da Vinci, con una pequeña escultura de bronce, Guerrero a caballo, consigue fascinar con sus conocimientos sobre la dinámica compleja del equilibrio de un animal encabritado, montado por un guerrero desnudo con casco griego, en un soberbio ejercicio de movimiento en equilibrio precario al límite. Hay un Greco recién llegado a Toledo, 1576, que ya vimos en 2014, Año del Greco, en la primera de las exposiciones organizadas por el Museo de Santa Cruz, una etérea Magdalena penitente, una de las joyas de la pintura española en la muestra.

En las dos secciones dedicadas al barroco, las obras más destacables pueden ser el San Juan Evangelista de van Dyck, de tanta intensidad expresiva en rostro y manos que parecen acariciar ese cáliz inspirado en varias leyendas; es el mejor ejemplo en la muestra de tenebrismo o iluminismo del norte; las cuatro tablas de las estaciones de Jacob Grimmer; Murillo, Alonso Cano, un jovencísimo Velázquez y Zurbarán ilustran el barroco del sur. Lástima que no esté El martirio de San Andrés de Ribera, el anatomista por excelencia.
En el siglo XVIII aparece Goya con un retrato de la esposa de Ceán Bermúdez, uno de sus retratos aristocráticos, en los que la riqueza y combinada variedad de los tejidos, sedas y gasas vaporosas transparentes parecen emular la finura de la piel. De nuevo Goya en dos obras de principios del XIX, de temática popular, El afilador y La aguadora con paleta que ya anuncia la pintura moderna, con un sutil futuro toque impresionista, osado en el color y en la pastosidad de la pincelada. Los primeros cuatro artistas húngaros en la muestra, Jakab Bogdány con un bodegón, retratos de Liszt de Mihály Munkácsy, del Conde Gustav Adolph von Gotter de Adám Mányoki y Homenaje al soldado Rákóczi de Ján Kupecký.

Una excesiva Dama con abanico de Manet; una versión deliciosamente modernista de María Magdalena de Puvis de Chavannes, (el cuadro de la muestra que me llevaría a casa) y una post impresionista de sobrio cromatismo Verónica de Oskar Kokoschka, es lo más notable de la sección.

Un poco de historia

La reforma del Museo de Bellas Artes que se lleva a cabo es consecuencia de un nuevo criterio, cuyo objetivo es reunir las colecciones húngaras e internacionales hasta el siglo XVIII. Para albergar las colecciones tanto húngaras como internacionales de los siglos XIX y XX, está a punto de construirse una nueva sede de la Galería Nacional de Hungría.
Ficha de la Exposición:
- Título: Obras maestras de Budapest. Del renacimiento a las vanguardias.
- Organizadores: Museo Thyssen Bornemisza, Museo de Bellas Artes de Budapest y Galería Nacional de Hungría.
- Sede y Fechas: mayo 2017.
- Comisarios: Guillermo Solana y Mar Borovia.




