Teresa Gurza [1]
Se han conocido recientemente los índices de felicidad de los habitantes de varios países; y lástima Margarito, porque en los mejores lugares no estamos los mexicanos. Seguramente, porque, de acuerdo con algunos investigadores, “para hacer feliz a la población es necesario que los gobiernos sostengan sistemas de bienestar estables que garanticen un futuro libre de preocupaciones existenciales; ciudadanos que confíen unos en los otros, y sistemas políticos y gobiernos que eviten la corrupción y sirvan de equilibrio entre los diversos grupos”, y acá estamos lejos, lejísimos, de eso.
Vivimos en un país, donde los mínimos de bienestar no alcanzan para todos, y tampoco las viviendas, los buenos trabajos, el agua, la rica comida, o los mejores hospitales y escuelas.
En un país, donde la justicia lanza ordenes de aprehensión cuando los destinatarios ya huyeron tras años de exhibirse con los bienes mal habidos; como han hecho entre otros, los dos gobernadores Duarte, el de Veracruz y el de Chihuahua.
En un país, donde de tanto en tanto los expresidentes panistas buscan reflectores aunque sea con declaraciones que los comprometen; como Felipe Calderón, quien acaba de acusar a Humberto Moreira de proteger a los narcos de Coahuila cuando fue gobernador; no dudo que sea cierto, pero ¿por qué Calderón no lo paró o denunció si estaba en la Presidencia.
En un país, donde las autoridades se confiesan incapaces frente al crimen; como hicieron esta semana dos Javieres: Carral, el gobernador de Chihuahua, donde fue asesinada la periodista Miroslava Breach; y Olea, el fiscal de Guerrero, donde dispararon al periodista Cecilio Pineda.
Pretendiendo justificar 768 homicidios, 315 violaciones y 1394 lesionados en los seis meses que lleva gobernando, Corral dijo al periódico La Jornada que no tiene con qué controlar el crimen; y que los policías municipales de las localidades de Namiquipa, Bachíniva, Gómez Farías, Rubio y Cuauhtémoc, son “halcones” (vigilantes) de los narcotraficantes.
Y Olea resumió para el diario español El País sus quince meses como fiscal de Guerrero con la frase: “No tengo capacidad para enfrentar al crimen” y precisó que si sus cifras criminales no coinciden con las del gobierno federal, es porque “yo saco mi estadística y ellos la suya”.
En un país, donde los gobernadores fugados con miles de millones de dinero público, los que han robado pero todavía no huyen, las afirmaciones de Calderón, y las advertencias de Corral y Olea, son algunas muestras de que las autoridades no funcionan.
No nos dan felicidad, ni tampoco cumplen el principal objetivo y obligación ineludible de los gobernantes, como es dar seguridad a la población.
Y tal y como están las cosas, les perdono que no nos den grandes motivos de felicidad; pero me agobia que no podamos vivir con los mínimos necesarios y sin miedos.
A lo mejor se debe a que estoy un poco chiflada; porque quienes debieran estar desvelados por el tema, dado que son quienes hacen las leyes, andan en otra; como vimos estos días pasados, cuando los diputados priistas pasaron entretenidísimas horas jugando a ser una especie de cuidadores de cárcel en “kermess” de parroquia.
Porque en lugar de entregar a la justicia al prófugo Enrique Antonio Tarín García, acusado del “desvío” de, cuando menos, 300 millones de pesos (casi 15 millones de euros), le dieron asilo y alimentos en la mera (misma) sede de la Cámara de Diputados, donde durmió, se duchó y hasta desayunó.
Y en la Cámara de Senadores hubo también diversión. En esta ocasión a cargo de 12 perredistas, que montaron un circo sin actos peligrosos, pero con números didácticos sobre cómo chiflar (silbar) comiendo pinole [2] porque dicen querer apoyar a un candidato ajeno a su partido, pero anhelan al mismo tiempo quedarse con los 49 millones de pesos que, además de sus dietas y montones de prebendas, les aportan las 15 comisiones senatoriales que presiden.
Solista de ese espectáculo resultó ser Alejandra Barrales, aún dirigente del PRD y quien dice trabajar tanto que, milagrosamente, pasó en pocos años de cuidar salarios de sus compañeras azafatas como dirigente sindical, a propietaria de departamento de un millón de dólares en Miami; con más metraje y mayor precio, que el de la maestra Gordillo [3] y desde donde puede ver defines y las torres Trump.
Pero es Barrales tan responsable y consciente que decidió regresar al Senado no por si llegara a necesitar del fuero, sino “con el único propósito de fortalecer al PRD e incidir en la solución de los graves problemas del país”.
Mírenla nada más, ha sido incapaz de solucionar los de su partido y quiere “incidir” en los del país.
- Teresa Gurza, periodista mexicana
- Pinole, alimento a base de harina de maiz endulzado con azúcar normal o con piloncillo, un azucar moreno que se comercializa en forma de cono. La frase “no se puede chiflar y comer pinole” es un refrán mexicano que significa que no se pueden hacer dos cosas a la vez si ambas son contrapuestas.
- Elba Esther Gordillo fue presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, SNTE, desde 1989 a 2013, además de diputada y senadora por el PRI. Actualmente cumple condena por lavado de dinero y delincuencia organizada. Entre las propiedades que se le conocen figuran dos en San Diego, California valoradas en varios millones de dólares. También disponía de avión privado.