Según el Instituto Nacional de Estadística, (INE), España es el tercer país de la Unión Europea después de Portugal el Italia en donde han aumentado más los divorcios en la última década; un 40% más que en 1996 aunque los matrimonios en España duren una media de 13,8 años.
Independencia, falta de motivación, desamor; las causas son muchas pero todas se incrementan durante el periodo vacacional. Las parejas pasan una media de dos horas al día juntas pero realmente no comparten casi nada. Tras el trabajo les espera el cuidado de los niños, los deberes, la cena, el baño y finalmente comparten muy poco tiempo para hablar o para ellos mismos. Eso durante el período vacacional se incrementan un 100 %. Pasar el día junto a una persona desconocida nos supone mucho estrés porque tenemos que levantarnos con ella, hacer planes, almorzar, pasar la tarde y llegar a la noche. Esto que, supuestamente sería un motivo de felicidad para muchas parejas pasa por el aburrimiento, por la falta de empatía y por la añoranza de la oficina, los compañeros de trabajo y la vida concebida individualmente.
Los psicólogos dicen que son los propios pacientes los que se culpan por la falta de tiempo pero esto no es del todo cierto ya que en verano disponemos de mucho tiempo y no soluciona nuestro problema. Lo cierto es que a más convivencia más roces, más conflictos y los ya latentes o no resueltos no desaparecen sino que regresan con mucha fuerza a la pareja. Parejas sin compromiso, poco cohesionadas o demasiado independientes son las que primero solicitan el divorcio.
Los hijos no arreglan los conflictos de pareja sino que cambian absolutamente la relación para mal, como reconocen muchos padres. ¿Y qué hacemos para que el verano no suponga una vista a un abogado en septiembre? Debemos ponernos en el lugar del otro, respetarlo, negociar, utilizar la empatía y no el sarcasmo, intentar hacer planes distintos juntos, no imponer a las respectivas familias; suegras, yernos, nueras, etc que normalmente no se ven y no se tratan, solo se respetan y procurar recuperar la intimidad perdida con momentos distintos que la rutina nos ha arrebatado.
Es curioso ver cómo el 20 % de las mujeres que son la principal fuente de ingresos del hogar, se divorcia a los tres años mientras que solamente sucede al 3 % de los hombres. El alto precio que se paga cuando se es madre pasa factura a la hora de que la mujer sea promocionada en su trabajo y siempre debe elegir, entre familia y hogar. Esto que aparentemente podría ser normal hace que en algunos de los conflictos familiares salga el reproche de haber perdido un ascenso, yo gano más que tú, etc. etc.
Si todo esto no funciona y echa de menos el café en el bar, la comida con los compañeros o las risas después del trabajo es que algo está pasando. El individualismo genera muchas satisfacciones porque lo que quiero lo compro, lo tengo y lo disfruto y cuando hablamos de familia, hay que establecer un diálogo, ver qué quieren todos los demás y aceptar que no siempre son planes agradables. Si a eso le sumamos que duran treinta días, usted sabrá de sobra cuál es el primer plan que tiene que hacer a la vuelta de sus ansiadas vacaciones; quizá divorciarse, pero no se anticipe. Procure relajarse, disfrutar del tiempo libre y olvídese de la vida cotidiana. Quizá así, y solo así, recuperará a la familia perdida.