Los datos son alarmantes pero corresponden a las chicas de hoy en día; niñas que están siendo manipuladas sin querer por el uso y abuso del móvil. Padecen nomofobia (No More Phone) y a lo mejor no lo saben. La investigación corresponde al primer trabajo instrumental en español acerca de la nomofobia; miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil y el resultado sostiene que la franja de edad con mayor prevalencia está comprendida entre los 14 y los 16 años, en especial en chicas.
El mal uso de la tecnología y el creciente abuso entre los adolescentes ha provocado el interés de científicos que estudian los comportamientos de las personas que padecen obsesión por no tener el teléfono a mano, cargado, con wifi, datos, etc.,etc. Todo esto que aparentemente no influye en su personalidad, comporta que a diario no desarrollen una vida tanto afectiva como personal y desencadena una patología que pudiera enmarcarse dentro del DSM-V acerca del miedo excesivo e irracional a una determinada situación u objeto.
Este estudio, corresponde a investigadores de la Universidad Internacional de La Rioja junto con otros de la Universidad de Deusto y ha incluido el análisis de varios jóvenes entre los que se han evaluado cuatro dimensiones y 20 situaciones. De esta forma se ha podido comprobar sus respectivos perfiles y se han valorado los usos y riesgos de la telefonía móvil en ellos.
“Casi el 25% podría considerarse un usuario de riesgo. Esto puede tener consecuencias a medio-largo plazo. Serán necesarias más investigaciones, especialmente de seguimiento temporal, para evaluar su impacto en nuestros adolescentes”, afirma González-Cabrera.
El experto también destaca que la franja de edad con mayor prevalencia está comprendida entre los 14 y 16 años, y que las chicas, al igual que en resto de la literatura al respecto, presentan puntuaciones más altas que los chicos. Por ello, aconsejan a los padres estar pendientes a la hora de determinar el uso del aparato en sus hijos de forma que puedan educarles de forma integral para que consideren a los aparatos móviles parte de su formación y por ello tengan un uso inteligente de los mismos.
El miedo a perderse algo, a no ser aceptado, a usar de forma patológica los juegos, las redes sociales, a estar hiperconectado y sobre todo a no valorar las infinitas posibilidades de la tecnología en detrimento de su valiosa aportación para aprender, hace que los adolescentes generen conductas y modos de relacionarse de una forma enfermiza. Esto dará lugar en los años posteriores al tratamiento psicológico de estos por los daños que han sido producidos por no haber aprehendido desde la infancia a manejarse entre iguales, a hablar, a expresar sus miedos, en definitiva, a ser ciudadanos que puedan elegir sin estar coaccionados por el grupo.
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