Ernesto Guevara de la Serna (1928-1967), conocido mundialmente como el Che, tuvo entre sus grandes pasiones al ajedrez. El tablero y los trebejos acompañarían al ‘Che’ hasta sus últimos días en Bolivia cuando cayó asesinado, hace ya medio siglo, el 9 de octubre de 1967.
Jugaba al ajedrez cada vez que tenía ocasión, toda su vida estuvo disputando partidas.
Este 8 de octubre se celebró en La Habana una simultánea de ajedrez bajo el titulo ‘Che vive’, como parte de la jornada nacional de homenaje a su figura. Las partidas tuvieron lugar en el salón Solidaridad del hotel Habana Libre, el mismo lugar donde el Che organizara la primera edición del Torneo Internacional José Raúl Capablanca in Memoriam.
El Che aprendió a jugar a los diez años, y en 1939 ya con once años, cuando se disputaba en Buenos Aires la VIII Olimpíada Mundial de Ajedrez, se desplaza para verla y toma parte en la simultánea que Miguel Najdorf ofrece en esa época en Mar del Plata, en el Hotel Provincial, logrando hacer tablas.
Disputó el Torneo Universitario de Ajedrez (1948), jugando en el equipo de la Facultad de Medicina, con veinte años, en el 7º tablero. Fue socio del Club Argentino de ajedrez entre 1949 y 1950. Por esos años ganaría dos partidas en torneos organizados por esa misma sociedad.
Durante la crisis de los misiles de octubre de 1961 solicitó a un oficial que trajera unos tableros de ajedrez ya que no se sabía cuánto tiempo podría durar la situación.
En agosto de 1963, se clausuraba el campeonato de ajedrez del Ministerio de Industrias, en el cual el Che finalizó como subcampeón tras ganar siete partidas y pactar tres tablas. Asimismo intervino en la eliminatoria por el Campeonato de Cuba de 1964, comenzando por Tercera Categoría y llegando a la fase regional, pero no pudo continuar, por obligaciones propias de su alto rango.
En su balance personal, se enfrentó a grandes maestros, maestros internacionales y nacionales, con el balance de dos victorias, cuatro tablas y dos derrotas. Mantuvo duelos con el argentino Miguel Najdorf (1910-1997), el checoslovaco Miroslav Filip (1928-2009), el yugoslavo Petar Trifunovic (1910-1980), los cubanos Rogelio Ortega (1915-1980) y Eleazar Jiménez (1928-2000) , el mejicano Armando Acevedo y los soviéticos Mijail Tal (1936-1992) y Victor Korchnoi (1931-2016).
Obtuvo tablas dos veces frente al gran maestro argentino Miguel Najdorf, una en Mar de Plata en 1939 cuando apenas contaba con 11 años y otra en el hotel Habana Libre, en junio de 1962, al ganar el gran maestro argentino el I Torneo internacional ‘Memorial Capablanca’, del que el revolucionario fue su precursor. El Che le rechazó las tablas en la primera propuesta, pero después aceptó tras 17 movimientos.
Najdorf dijo del Guevara ajedrecista, “entre los gratos recuerdos que guardo de mi estancia en La Habana en 1962, están mis encuentros con el Che. Supe más tarde que, de estudiante, frecuentaba el Club de Ajedrez de Buenos Aires. ¡Qué amante del ajedrez! Tan amante del ajedrez como de la libertad”, añadiendo: “era un jugador bastante fuerte, agresivo y dado a los sacrificios, pero bien preparado, por lo que puedo calificarlo en un primera categoría”.
Se dice que su estilo de juego era intuitivo, nada de rebuscamientos teóricos, ni apegado a los libros de apertura, prefería el juego táctico, basado en movimientos activos, audaces, pero claros, sobre base firme; prefería el juego de ataque al juego posicional. Le gustaba mucho jugar partidas rápidas de cinco minutos.
También consiguió tablas el 6 de septiembre de 1962 con el excampeón mundial, el soviético Mijail Tal, igual resultado con los grandes maestros Miroslav Filip de Checoslovaquia (el Ché jugó con negras en agosto de 1962) y el yugoslavo Petar Trifunovic.
Le ganó partidas al maestro mexicano Armando Acevedo, en unas simultáneas en mayo de 1964, y al maestro cubano Rogelio Ortega, perdió en 1963 en septiembre con el entonces soviético Víctor Korchnoi y antes, en julio, con el cubano Eleazar Jiménez.
El Che tras hacer tablas con Tal señaló: “Cada día surgen nuevos valores del ajedrez en Cuba, verdaderos talentos; habrá muchos jugadores de alta calidad”.
De su pensamiento relacionado con el ajedrez destacan estas palabras: “Desde luego que el ajedrez es un pasatiempo, pero es también un educador del raciocinio y los países que marchan a la cabeza del mundo en esferas más importantes son los que tienen también los mejores equipos de ajedrecistas”.
También manifestó: «En este momento de confrontaciones mundiales que se deben a sistemas ideológicos muy distintos, el ajedrez puede y es capaz de aglutinar a gentes de países con sistemas políticos diferentes».
El gran maestro ruso Mark Taimanov (1926-2016), calificaba de su foto más querida, la que se ve al Che Guevara siguiendo una de sus partidas del Memorial Capablanca, en La Habana, en 1964. “Mantuvimos muy buenas relaciones, nos encontramos en este y en otros torneos e incluso jugamos al ajedrez en el edificio de la embajada soviética. Era la persona más brillante y romántica, un idealista que pensaba que su lugar estaba en las barricadas y no en las oficinas. Esta foto también es querida para mí porque está dedicada: ‘Para mi amigo Mark Taimanov, Che’”. Y es que el Che visitaba con frecuencia el torneo Capablanca siguiendo el curso de los resultados.
También el propio Fidel Castro (1926-2016), al ser preguntado en 1987 por el periodista italiano Gianni Miná le preguntó “Su país es también patria de grandes jugadores de ajedrez” ¿usted jugó alguna vez ajedrez con el Ché? ¿Quién ganó?
Fidel le respondió que sí, y añadió: “A un grupo de nosotros nos arrestaron en México, y a mí por ser el responsable principal y al Che por ser argentino,… nos dejaron presos más tiempo. Estuvimos varias semanas solos allí…. y nuestro entretenimiento eran los libros y el ajedrez. Allí Che y yo jugábamos ajedrez…”
¿Y quién ganaba? La respuesta es sincera: “Bueno, Che sabía más que yo, porque realmente Che había estudiado algo el ajedrez y yo jugaba más bien por intuición. Era un poco guerrillero y algunos partidos se los gané, pero él ganaba la mayor parte de las veces porque sabía más ajedrez que yo. Y realmente le gustaba el ajedrez. Aun después de la Revolución él siguió estudiando el ajedrez”.
El Che siempre estaba dispuesto a una partida, tablero por medio. Entre sus contendientes más habituales estaban Alberto Bayo (1892-1967), José Luis Barreras (1917-2005), Giraldo Mazola y el entonces joven Silvino García, quien en 1975 fue el primer Gran Maestro cubano y que dedicara su título a la memoria del Che, que antes había manifestado: «Cuba tendrá Grandes Maestros y eso también será obra de la Revolución.»
En 1964 en el memorial Capablanca, Silvino García jugaba contra el argentino Héctor Rossetto (1922-2009) quien de pronto, levantó la vista y vio al Ché. Se levantó y le dijo: «Un gusto conocerle, comandante» y él le contestó: «Usted será quien no me conoce, yo conozco muy bien al maestro Rossetto, era hincha suyo cuando jugaba partidas rápidas en la confitería Rex de la avenida Corrientes». Desde aquel día surgió una amistad que el gran maestro argentino siempre destacaba.
El profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad ‘Ricardo Palma’ de Perú, José Urtecho señaló que Guevara, con quien jugó tres intensas partidas, era un gran ajedrecista. También tuvo una intensa amistad con el chileno René Letelier (1915-2006), primer maestro internacional de ajedrez de su país y cinco veces campeón nacional (1957, 1959, 1960, 1964 y 1973).
El Che fue, sin duda, el verdadero impulsor de la práctica y la enseñanza del ajedrez a nivel masivo en Cuba, entre niños y jóvenes, pretendía que se enseñara el juego en los colegios que fuera una materia escolar porque enseña a pensar. Por tal motivo la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) le confirió en el año 2000 su más alta distinción: la Orden Caballero de la FIDE, único cubano que la ha recibido, además de figurar en su Libro de Oro.
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