Jerezano, gitano del barrio de Santiago, ya es un título. Diego Carrasco, de joven Tate de Jerez se inició como guitarrista con la flor y nata de los cantaores históricos jerezanos: Tío Borrico, Tía Anica la Piriñaca, Terremoto de Jerez, Sernita de Jerez, Lola Flores y con bailaores como Alejandro Vega y Antonio Gades. Después, los caminos de la vida le fueron llevando a colaboraciones con los mejores de su quinta, Manolo Sanlúcar, Camarón de la Isla, Mario Maya, Juan El Lebrijano, Pata Negra.
Luego su flamenco se fue ensanchando con tintes rockeros con Miguel Ríos y el grupo Guadalquivir, en trabajos de fusión con Tino di Geraldo, Carles Benavent, Jorge Pardo, Paco de Lucía, Moraíto Chico, Raimundo Amador. En cine con Carlos Saura y su Flamenco. Muchos discos en colaboración, siete en solitario. Una historia que ya suma el medio siglo.
Ahora, en el marco del Atlantic Sons Festival, celebra en Madrid sus cincuenta años de historia artística, unas bodas de oro por todo lo alto, con un concierto en el Teatro Nuevo Apolo el próximo 29 de noviembre en el que presentará su nuevo disco No m’arrecojo. 50 años en familia en el que han colaborado artistas del calibre de Alejandro Sanz, Joaquín Sabina, Estrella Morente, Miguel Poveda, Andrés Calamaro, Manuel Carrasco, Tomasito, Miguel Ríos, Arcángel, Rocío Márquez, Javier Ruibal, Remedios Amaya y más.
Todos reunidos en familia, en una gran celebración, en estas bodas de oro, para recordarnos canciones que han impregnado nuestras vidas, canciones que se han convertido en seña y símbolo de nuestros recuerdos de amores y desamores, de éxitos y fracasos, de vida en suma.
Cantaor, guitarrista y compositor, Diego Carrasco es una de las grandes instituciones del mundo del flamenco, del rock y del jazz, aunque siempre ha permanecido fiel a su ADN flamenco. Desde su época en solitario que empieza en 1984, su instrumento prioritario es su voz con la que desarrolla su personalísimo estilo entre el flamenco y el rock, un estilo tan lleno de rebeldías que a ratos su clave expresiva se vuelve surrealista. Ya es difícil, pero este artista carismático ha sabido llegar tanto a los puristas de su tierra como a los amantes de ese nuevo flamenco tan complicado de definir.
Y sobre todo Diego Carrasco es un amante de la vida, un gran observador de distintos entornos, lo suyo es no conocer límites y todo ello reunido explica su versatilidad, su maestría, tanto con la guitarra como con la garganta. La larga saga familiar no se agota en él, continua con su hijo Ané y su sobrino Maloko. Puro Jerez.