No hay nada como mantener una conversación con alguien para olvidarte de estereotipos, de tópicos, que nos pueden alejar de la realidad donde podemos vivir más cómodos.
Les cuento. Coincido con un personaje que fue principal en el contexto pretérito. Tuvo una corta pero intensa carrera. Nos expresamos que vamos bien de tiempo, y decidimos tomarnos un café. Nos vamos al local más próximo y ahí derrochamos verbo durante casi una hora, que pasa como una exhalación.
Es increíble, me digo, creo que nos glosamos, la cantidad de puntos en común que tenemos: la familia, los amigos, nuestra visión de la economía, de lo cotidiano, del estudio… Nos recreamos en series de televisión favoritas y arreglamos el universo hasta con algún resultado futbolístico. Agradecemos, porque es verdad, porque debe ser, el estar en este país para poder saborear el mejor café con el tacto y el mimo que regalan quienes nos atienden.
Hablamos de crisis, de penitencias, de tristezas y alegrías, y nos exponemos a ese remate que nos deja ese aroma a poco por un encuentro ocasional con alguien inesperado que aporta esa esencia que nos debe la historia, pero que no siempre pulsamos.
Es un tío noble, cercano, propicio al entendimiento, por el que se esfuerza de una manera natural. Ha sido una suerte dar con él, medito, esta tarde, y lo cierto es que le pido el teléfono por si algún día mi mente tuviera una emergencia fuerte. Constato en él a una persona que sabe salir adelante con la destreza y la melancolía de los viejos sabios.
Como es lógico, no puede evitar utilizar términos de su época, que son muy expresivos. Lo cierto es que la existencia es una suerte de pugna donde vamos dosificando energías y resultados. Intentamos salir indemnes al final, pero es inevitable que nos quede alguna cicatriz, a veces bien pronunciada.
Es creyente, y eso me traslada una fe y una voluntad sobre el futuro que me quita mucho peso de encima. Su afabilidad es un milagro que abrazo. Me subrayo que son tantos y tan buenos sentimientos que, aunque solo sea para hablar del espectáculo de la rutina, debemos volver a quedar.