«Con mi hijo he aprendido a llorar con él y por él»… Andrés Aberasturi nos habla de la vida; de la única, de la auténtica. De esa por la que tienen que pasar muchas personas que como él, un día fueron padres jóvenes que esperaban un retoño. Su hijo Cris fue una alegría, como lo fue Andrés, pero él no nació con todas las cartas.
En la baraja de la vida se sortea quiénes tienen suerte; si a esto le llamamos suerte, y quiénes no. Quiénes van a tener la fortuna de no saber qué es una enfermedad hasta la ancianidad, y quiénes aprehendemos la vida desde donde sucede. Eso le sucedió a Andrés. Aprendió a vivir con Cris y a llorar con él, como refiere en su testimonio. Un libro que podría haber descrito cualquier padre con un hijo enfermo pero magistralmente le ha tocado a él. Nos ha tocado a todos aprender de sus palabras que el amor vence todas las reglas de la vida, porque en él, se desarrolla lo mejor del ser humano y por tanto, ya nada importa.
«No esperarle a las cuatro de la mañana porque no ha venido de copas ni tampoco escucharle decir mamá», le ha hecho distinguir lo que significa tener un hijo sano de otro dependiente. Las personas con discapacidad física, psíquica, sensorial, motora, son personas y normalmente, la sociedad las ignora. Se olvidan que detrás del universo del que padece la enfermedad están sus padres, sus hermanos, su familia; esa que aprenderá de golpe que la vida cambia en un segundo sin la menor duda.
Andrés Aberasturi nos refleja en una edad madura, sus 36 años con Cris. El periodista siempre sintió esa necesidad; quizá la de contarle al mundo quién es Cris. Ese diario de reflexiones desordenadas como dice, en donde se dirige a su hijo; afectado de parálisis cerebral desde que nació. La belleza convulsa que hace que en sus palabras trate de explicarle a su amado hijo qué es el mundo; el que tiene y el que le rodea. Ese niño que nunca expresó nada pero que con tan solo asir el mundo en sus frágiles manos, les da todo el amor del mundo, a Andrés, a su mujer y a su hermano Andrés que hoy es un hombre con dos hijos, Andrés y Pablo. Las personas que tienen la enorme suerte de ver la vida como es, aman al prójimo como es. Quizá somos tan pequeños en este universo tan grande que no aprendemos salvo que vivamos en carne propia qué significa la vida, y cuál es nuestra identidad. Y la familia Aberasturi sabe qué es amar.
Las familias con personas con discapacidad, como la de Andrés, que han aprendido a vivir a golpes, entienden que las cosas suceden y viven con ellas aunque no lleven manual de instrucciones. La tristeza, el dolor, el desamparo, la soledad, y todos los sentimientos estremecedores se dan cita el día en donde con desgarro recibes una noticia; tu hijo tiene parálisis cerebral. Todo lo demás, deja de tener importancia. 120.000 paralíticos cerebrales conviven en España con medios o sin ellos. Unas manos que eligen asir la vida desde el pequeño universo en donde todo acontece; las de Cris son así. Unas manos que como dice su padre; «No empuñarán banderas ni fusiles, ni moldearán el barro, ni escribirán sonetos. Pero las manos de mi hijo nunca harán daño».
El relato estremecedor de la UCI de neonatos es el mismo escenario en donde miles de padres lloran la ausencia de la vida; o no, esa vida que en un día como hoy pudiera ser las misma que viviera él, hace 36 años. Siempre igual, acaso igual. Andrés Aberasturi, el hermano, ha visto a Cris y le ha querido, tanto que hoy, a sus 40 años recuerda las putadas que le hacía cuando era pequeño y sus siestas a su lado.
«Lloraba por primera vez, lloraba sobre tu cuerpo dormido, lloraba sobre aquel brazo casi inmóvil a fuerza de vendajes para que no te quitaras la vía hacia tus venas, lloraba como nunca había llorado (…); y mirándote a los ojos solo te murmuraba: ‘Perdóname, perdóname, perdóname…'».
Andrés describe el amor en primera persona; ese que debe leerse cuando se es padre y no se entiende de otra cosa; es amor de primera clase, el amor en mayúsculas que no deja de sorprendernos cuando es evidente pero que nos desgarra cuando nos produce sufrimiento. No hay mayor sufrimiento que ver a un hijo sufrir; nadie podría compararlo a nada, y él, el colega Aberas, como cariñosamente refiere Pepa Fernández en el programa No es un día Cualquiera en Radio Nacional, tampoco. Aberas nos ha enseñado una vez más; a los padres que sabemos qué es la vida, y a los que no, quizá los reseteará con estas palabras vertidas sin duda alguna, desde el amor y por ello habrá cumplido su misión de periodista.
Algo que en primera persona no siempre se sabe expresar porque el dolor nos conmueve pero no se transfiere cuando hablas del otro. Esta vez, el periodista ha sabido expresar qué significa la enfermedad, la vida que acompaña semejante escenario y el resultado de la misma cuando ya pasados los años puedes mirarla de frente y decir, ¿por qué yo?. Gracias por contárnoslo. Aunque no lo creas, ayudarás a tanta gente que a lo mejor, por ello, es el premio que la vida te entrega cuando has sufrido tanto por él. El premio a tu periodismo y a la capacidad de contar historias; las que escuchamos cuando sabemos que eres tú y hablas en Radio Nacional cada fin de semana. Eso no lo puede decir cualquiera; el premio de la vida es dejar algo grande y tú, ya tienes tres cosas legadas; una familia ejemplar, un hijo admirado y un testimonio que habla de él. Quizá te toque plantar el árbol porque si no, dicen los que saben que no se tiene todo hecho a tal efecto. Y la vida, como sabes, no es más que eso, días e historias que contar.
«….Renuncio y maldigo a cualquier experiencia positiva nacida de tu sufrimiento».
Ha sido inevitable pensar con él, como él, pero hoy, has sido capaz de ser el contador de historias mejor que hemos podido tener. Tu libro es el magistral trabajo de un periodista que sabe qué significa vivir, cuál es el precio del sufrimiento y qué frágiles somos ante el menor desenlace. El periodismo una vez más, ha sido el gran trabajo de Andrés Aberasturi y hoy, Cómo explicarte el mundo, Cris, nos lo ha podido narrar a los demás. Gracias, siempre. Tiene tanto valor, y tienes tanto valor, que a lo mejor, no tienes ni idea del milagro que has conseguido con este testimonio vital. Hablas de la vida y del amor, y eso, solamente lo hacen los valientes.
- Cómo explicarte el mundo, Cris
Testimonio de la vida con mi hijo
Andrés Aberasturi
La Esfera de los Libros
Fecha de publicación: 07/06/2016
Páginas: 208
ISBN: 978-84-9060-717-6
Formato: 15×23 Rústica
Precio: 16,90 €